Un tesoro artístico olvidado en el techo de la iglesia de Pinol

CARLOS RUEDA / FRANCISCO ALBO MONFORTE / LA VOZ

LEMOS

El artesonado del templo conserva en gran parte su policromía, casi única en Galicia

23 abr 2017 . Actualizado a las 08:57 h.

La Consellería de Cultura licitó recientemente la primera fase del proyecto de restauración de la iglesia soberina de San Vicente de Pinol, que encierra un valioso patrimonio histórico y artístico. Uno de sus elementos más destacados y menos conocidos es el artesonado del techo, de madera de nogal, que presenta un carácter casi único en Galicia por su estado de conservación. La estructura -así como las vigas que lo sostienen- está decorada con figuras geométricas, motivos vegetales y representaciones de animales fantásticos.

El artesonado no conserva toda su policromía original, ya que con el paso del tiempo algunas de las maderas fueron sustituidas por otras sin pintar, pero posee de todas formas un valor excepcional. Todavía no se ha hecho un estudio artístico detallado de este elemento, pero los expertos suponen que las pinturas son de la misma época que la mayor parte de los valiosos murales que cubren las paredes interiores del edificio, es decir, del siglo XVI. El mal estado de la techumbre de la iglesia -que será lo primero que se rehabilitará- dio pie a que el tinte la madera de nogal se escurriese en ciertos lugares a causa de las filtraciones de agua y manchase algunas las pinturas de los muros, que están en su mayor parte cubiertas de cal.

Figuras visibles

Esta cobertura, como ha sucedido en muchas otras iglesias, ayudó a que los murales se hayan conservado hasta hoy, aunque no impidió que sufriesen un deterioro importante a causa de la humedad. En algunas zonas en las que se perdió la cal se puede ver en parte las figuras pintadas que hay por debajo. Es es el caso de una representación del martirio de san Sebastián y de una imagen de san Cristóbal, de la que solo se ve un garrote, que constituye uno de sus atributos típicos.

La iglesia se distingue también por el valor de sus retablos, que han sido estudiados recientemente por la historiadora soberina Saleta López Vázquez en un máster de final de carrera. Uno de ellos, el altar mayor, se encuentra en el ábside del tempo. En los muros laterales hay otros dos que -según explica la investigadora- no pertenecían originalmente a esta iglesia. Su procedencia se desconoce, pero está claro que presentan un elevado interés artístico. Uno de ellos, datado en el siglo XVII, representa la Sagrada Familia sobre un gran lienzo encuadrado por pilastras decoradas con flores y frutos e imágenes de san Antonio, san Roque y san Blas. El otro retablo, del siglo XVIII, alberga imágenes de san Vicente, la Virgen del Carmen y el Sagrado Corazón. Esta pieza recuerda el retablo mayor de la iglesia de Amandi y podría ser obra del mismo autor, el maestro ensamblador Ángel Rodríguez.

Por otro lado, el templo conserva una notable decoración románica. Las columnas que del arco del crucero están coronadas por capitales esculpidos en los que están representadas una escena del Génesis -Adán y Eva junto al árbol del Paraíso- y varias figuras animales de compleja interpretación.