Monforte recupera una obra teatral estrenada hace más de cuatro siglos

Francisco Albo
francisco albo MONFORTE / LA VOZ

LEMOS

ROI FERNÁNDEZ

Presentan la primera edición de una comedia que fue representada en 1594 ante el cardenal Rodrigo de Castro

13 may 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

El Centro do Viño da Ribeira Sacra acogió la presentación de un libro que reviste un singular interés para la historia de Monforte. Se trata de la edición crítica la Comedia de la invención de la sortija, una obra anónima que fue representada en 1594 en Monforte para festejar la visita del cardenal de Rodrigo de Castro. La pieza, que ofrece la peculiaridad de contener una escena hablada enteramente en gallego, estuvo perdida durante cuatro siglos y fue descubierta en el 2001 por el filólogo Antonio Cortijo Ocaña, profesor de la Universidad de California.

El hallazgo fue dado a conocer por este diario en noviembre del referido año. La obra apareció entre los fondos de la Bancroft Library, una biblioteca universitaria situada en la ciudad de Berkeley. El manuscrito formaba parte de una extensa colección de antiguos documentos en varios idiomas que perteneció originalmente a la casa ducal de Fernán Núñez y que fue a parara a la mencionada biblioteca de una forma que no está clara.

La obra fue editada por la Diputación lucense y la Universidad de Navarra. Miguel Zugasti, profesor de filología de esta institución se encargó de preparar la edición de la pieza junto con Antonio Cortijo. Con ellos colaboró Rosario Álvarez Blanco, catedrática de filología de la Universidade de Santiago. Tanto Zugasti como Álvarez participaron en la presentación, en la que también estuvieron el alcalde José Tomé, la concejala de Cultura Marina Doutón y la diputada provincial Pilar García Porto.

Representada por alumnos

Según explicó Zugasti, la pieza fue representada por los primeros alumnos que tuvo el Colegio de la Compañía, regentado entonces por los jesuitas, y posiblemente fue escrita por uno de sus profesores. Su finalidad era homenajear al fundador de esta institución, que pasó cuatro meses de ese año en Monforte durante un largo recorrido por Galicia. El filólogo señaló que los colegios jesuitas de esa época recurrían con frecuencia al teatro como instrumento educativo, pero esta obra presenta la peculiaridad de combinar la «carga moral catequética» propia de aquellas representaciones con un juego caballeresco característico de la nobleza de la época, lo que -según indicó- es algo muy singular en este tipo de literatura.

Zugasti señaló que la pieza presenta además otros aspectos de gran interés para la historia de la literatura, como el hecho de que una de sus secciones se inspira directamente en un poema del escritor aragonés Bartolomé Leonardo de Argensola que estaba entonces inédito y que no se publicaría hasta cuatro décadas después.

Por su parte, Rosario Álvarez resaltó el especial valor histórico y lingüístico del fragmento en gallego que forma parte de la obra. Según indicó, es una muestra que «a lingua galega tiña un papel dentro do ensino nos colexios xesuítas durante os Séculos Escuros». En cuanto al lenguaje coloquial usado en este texto, señaló que presenta rasgos propios del gallego popular del sur lucense. «Aínda que é unha creación literaria e non un retrato vivo do natural, está claro que representa fielmente a fala coloquial da época e que quen o escribiu era alguén que coñecía perfectamente a lingua», añadió

El manuscrito fue hallado en el 2001 en una biblioteca universitaria

de California

Un torneo alegórico mezclado con música y piezas cómicas

El título de la comedia alude a un antiguo juego de habilidad, denominado «correr la sortija», que perduró hasta los tiempos actuales en el campo argentino. Los participantes son jinetes que deben pasar corriendo bajo un arco de madera y ensartar con un palo una sortija que cuelga de una cinta. En la pieza teatral, el conde de Lemos convoca un torneo de este tipo en honor del cardenal Rodrigo. Los competidores se presentan en dos cuadrillas formadas cada una por siete caballeros. Los primeros representan a las ciudades de Betanzos, A Coruña, Lugo, Mondoñedo, Ourense, Santiago y Tuy -capitales de las antiguas provincias gallegas- y los segundos a los siete «estados» o territorios nobiliarios en los que se dividía en ese período histórico el reino de Galicia: Lemos, Sarria, Andrade, Altamira, Monterrei, Viana y Ribadavia.

En la pieza, los competidores se presentan al torneo recitando composiciones poéticas y mostrando emblemas que representan los méritos y las riquezas de sus respectivos territorios. En su conjunto, la obra constituye un elogio del cardenal y del reino de Galicia. La larga representación -que se desarrolla durante dos días- está aderezada con interpretaciones musicales, danzas y varios entremeses o breves piezas cómicas que sirven de intermedio entre las escenas de carácter serio y alegórico. Uno de estos entremeses, protagonizado por tres pastores, es la parte que contiene diálogos en gallego.

Alusión a las ferrerías

Uno de los elementos de interés de la obra, según indican los estudiosos, es la obra contiene numerosas alusiones a las riquezas agrícolas, pesqueras y mineras de la Galicia de la época. En una de las escenas alegóricas aparece Vulcano, el dios del fuego, que habla de las principales ferrerías gallegas, y en especial de las del sur lucense, que son nombradas como Lincio -por O Incio-, Paleras -por Paleiras- y Laurero o Loureiro, entre otras.

La representación se llevó a cabo en su momento ante el cardenal y su séquito, los condes de Lemos y diversos miembros del clero y la nobleza locales. No se sabe con certeza en qué lugar se ofreció, pero Miguel Zugasti apunta que fue seguramente en algún espacio significado, quizá en el desaparecido convento de San Antonio -donde se alojó el cardenal durante su visita- o bien el palacio condal. El investigador considera muy improbable que fuese en el Colegio de la Compañía, cuya construcción había empezado solo un año antes y se prolongaría durante mucho tiempo. Los jesuitas ocupoaban por entonces una casa de las afueras que había sido alquilada para ellos por el cardenal.