Monforte, mayo de 1604: el terremoto más antiguo registrado en Galicia

Francisco Albo
francisco albo MONFORTE / LA VOZ

LEMOS

FELIPE AIRA PARDO

Un documento muy poco conocido supera en dos siglos los primeros datos del catálogo histórico oficial de seísmos

26 may 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Este mes se cumplieron veinte años desde el terremoto de 5,1 grados Richter -con epicentro en Triacastela- que en 1997 sobresaltó todo el sur lucense y gran parte de Galicia. Esta fechas coinciden también con una efeméride sísmica mucho menos conocida. A finales de mayo de 1604 se sintió en Monforte un temblor de tierra del que quedó un singular testimonio escrito que es considerado como el registro más antiguo de este tipo que se conoce en Galicia.

El documento que menciona este suceso es una breve nota que se encuentra en un libro de registros de las parroquias de A Régoa y San Vicente do Pino. Felipe Aira Pardo, investigador de la historia local, descubrió este escrito a finales de los años 90 cuando estudiaba los antiguos archivos parroquiales. El hallazgo fue citado desde entonces en algunas páginas de Internet. En tiempos mucho más recientes, Aira contactó con Antonio Aretxabala, un geólogo de la Universidad de Navarra que se dedica a recoger y analizar datos sobre los antiguos terremotos de la Península Ibérica y a quien llamó fuertemente la atención el documento descubierto por Aira. Aretxabala le indicó que -según sus informaciones- en Galicia no se conoce ningún otro testimonio que sea anterior a este. En el catálogo histórico de seísmos del Instituto Geográfico Nacional, la mención más antigua que aparece en el territorio gallego es la de un terremoto que se produjo en Lugo dos siglos más tarde, el 7 de abril de 1804.

Según explica Felipe Aira, la referencia al terremoto de Monforte se encuentra en una de las hojas de un legajo en el que se apuntaron los bautismos, matrimonios y entierros celebrados en la parroquia de A Régoa entre 1580 y 1621. Consiste en una breve anotación que reza: «Al postero de mayo de mil y seiscientos quatro a las siete de la mañana temblo el mundo, este mesmo ano el día (...) también temblo el mundo y huimos el primero que no del postero». Su autor fue probablemente un cura coadjutor encargado de llevar el registro de los bautizos, las bodas, los funerales y las obras realizadas en las iglesias de las mencionadas parroquias. La nota sobre el seísmo es anónima pero se supone que la escribió un tal Gregorio López Vigo, quien firmó muchos otros documentos parroquiales de la misma época reunidos en esta colección.

Alarma entre los vecinos

Pese a la brevedad de la nota, Aira y Aretxabala suponen que el suceso al que se refiere fue un terremoto de una intensidad lo suficientemente fuerte como para alarmar a los vecinos y hacerlos huir de sus viviendas, aunque no parece que causase grandes daños personales y materiales. Todo indica que el seísmo se produjo el 31 de mayo, ya que la anotación dice «postero», es decir, postrero o último.

Aira puntualiza por otra parte que la iglesia de A Régoa no era en esa época la misma que la actual. Por entonces el templo parroquial se encontraba en el espacio que ahora ocupa la plaza de España, donde también había un cementerio. Consistía en un edificio de probable origen románico que, según datos recogidos por el escritor Germán Vázquez, tenía unas importantes dimensiones: veinticuatro metros de anchura y veintisiete de longitud. La antigua iglesia quedó abandonada en una época imprecisa y fue demolida en 1840.

Un testimonio de gran valor sobre una época de la que no se sabe casi nada

Cuando se produjo el terremoto que quedó registrado en el libro de la parroquia de A Régoa, el colegio monfortino de la Compañía se encontraba en plena construcción. Los trabajos habían empezado en 1593 y no terminarían hasta 1622. No se sabe si este seísmo afectó de alguna manera al edificio en obras.

Lo que sí se sabe es que la iglesia del colegio sufrió las consecuencias del gran terremoto que destruyó Lisboa el 1 de noviembre de 1755. La fortísima sacudida -los geólogos y sismólogos calculan que llegó a los nueve grados en la escala de Richter- derribó en parte una torre del edificio y abrió unas grietas que aún pueden verse en la cabecera del templo. Dos figuras policromadas de ángeles situadas en la cúpula perdieron cada una un ala y así continúan en la actualidad.

Escasez de información

Sobre el devastador terremoto de 1755 existen muchas informaciones históricas, ya que dejó una enorme huella en la sociedad europea de la época. Pero no ocurre lo mismo con muchos otros movimientos sísmicos que provocaron poco o ningún daño. El archivero y escritor compostelano Pablo Pérez Constanti, en su libro Notas viejas galicianas -publicado entre 1925 y 1927-, recogió algunas informaciones sobre otros terremotos producidos en Galicia en el siglo XVIII y calificó estos datos de «tan raros como dignos de estima», señalando que al no haber en esa época «prensa periódica ni curiosos cronistas» apenas han quedado registros de aquellos sucesos.

Antonio Aretxabala considera de especial interés los datos sobre terremotos que corresponden a períodos históricos sobre los que apenas hay informaciones, como es el caso del testimonio descubierto por Felipe Aira. Aunque estos episodios no tuviesen graves consecuencias, el geólogo apunta que presentan un gran valor a la hora de reconstruir la historia sísmica de un territorio y prevenir posibles sucesos en el futuro. «Del recuperar la memoria y comprender este tipo de fenómenos que han sido olvidados, depende en gran medida el cómo vamos a enfocar el urbanismo del siglo XXI», señala.

Un hecho del que quedó constancia gracias a las ordenanzas del Concilio de Trento

La escueta información conservada acerca del terremoto que tuvo lugar en Monforte hace 413 años se debe a una práctica que se extendió en la Iglesia católica a raíz del Concilio de Trento, que se desarrolló entre los años 1545 y 1563. A partir de esa época, las autoridades eclesiásticas establecieron la obligación de que todas las parroquias registrasen por escrito sus actividades, algo que no se había hecho hasta entonces. La de A Régoa -apunta Felipe Aira- puede contarse entre las primeras que empezaron a cumplir sistemáticamente esa obligación. Gracias a ello, el encargado de apuntar los bautizos o los funerales en la parroquia monfortina a comienzos del siglo XVII tuvo la oportunidad de utilizar esos mismos papeles para dejar también una anotación de excepcional valor histórico

Aira indica asimismo que cuando descubrió la nota sobre el terremoto, el libro que la contiene se hallaba todavía en poder de la parroquia de A Régoa. En la actualidad se encuentra guardado en el archivo diocesano de Lugo, como todos los demás documentos parroquiales que cuentan con más de un siglo de antigüedad.

Publicación en un libro

El investigador, por otro lado, tiene la intención de recoger esta información en una obra sobre la historia de las calles y plazas de Monforte que espera poder editar el año próximo. Hasta ahora, la rara noticia del seísmo de mayo de 1604 no ha aparecido en ningun libro, aunque sí ha tenido cierta circulación a través de páginas web.