La maleza se traga el antiguo foxo de lobos de Monteagudo, en O Incio

Francisco Albo
francisco albo MONFORTE / LA VOZ

LEMOS

ROI FERNÁNDEZ

La histórica trampa de caza fue acondicionada para visitas turísticas hace siete años

28 jul 2017 . Actualizado a las 13:43 h.

A pesar de ser uno de los monumentos históricos más singulares del sur lucense, el foxo de lobos de Monteagudo -en O Incio- está desapareciendo bajo la maleza. Como pudieron comprobar unos visitantes que se acercaron a esta antigua trampa de caza el pasado martes, el sendero de acceso está ahora prácticamente tapado por arbustos que llegan a los dos metros de altura en muchos lugares. Las malas condiciones de accesibilidad impiden que la estructura se pueda aprovechar como atractivo turístico, en contra de lo que pretendió en su día el Ayuntamiento.

La señalización que se instaló hace años para facilitar las visitas a este enclave se encuentra muy deteriorada y solo un par de pequeños letreros y un panel explicativo siguen ofreciendo alguna orientación. De unas barandillas de madera que se instalaron por entonces para facilitar el tránsito por la empinada ladera donde se halla el foxo solo quedan hoy algunos restos que no pueden cumplir su función original. Además de que los visitantes corren el riesgo de extraviarse entre la espesa vegetación, llegar hasta los muros de piedra suelta del foxo resulta sumamente trabajoso y requiere mucho tiempo.

El camino de acceso al foxo fue acondicionado por última vez en la primavera del 2010 por operarios de la Xunta, en respuesta a una petición presentada por el gobierno municipal de O Incio. En esas fechas se desbrozó el sendero y se colocaron varios letreros indicadores. Asimismo, se construyó un mirador en las inmediaciones para poder apreciar en conjunto la gran estructura, formada por dos muros de cerca de trescientos metros de longitud que se levantan en la ladera del monte comunal de San Pedro. En la actualidad, desde este punto solo se distinguen un par de porciones de los muros en medio de la maleza.

 Deterioro creciente

Ya en el verano del 2010, la vegetación de la zona había crecido considerablemente a causa de las abundantes lluvias y las altas temperaturas, dificultando el acceso al foxo. El mirador fue destrozado al año siguiente en un ataque vandálico. Los autores del hecho llegaron a arrancar del suelo las barandillas que formaban esta estructura y las arrojaron por un barranco situado a su pie. Desde entonces no se realizó ninguna reparación ni en el mirador ni en la señalización, ni tampoco se volvió a desbrozar el sendero.

La primera vez que se limpiaron los accesos a la antigua construcción fue por iniciativa del Ayuntamiento de O Incio hace quince años. Pero la falta de mantenimiento dio pie a que la maleza tapase de nuevo el camino y solo ocho años después el gobierno municipal consiguió la ayuda necesaria para hacerlo accesible otra vez. Al cabo de otros siete años, la situación vuelve a ser la misma y el foxo solo es accesible para visitantes en buenas condiciones físicas, con mucho ánimo y mucha paciencia.

Origen medieval

Durante mucho tiempo, la existencia del foxo de lobos de O Incio solo fue conocida por algunos vecinos del municipio. Según algunos testimonios, la maleza lo había estado ocultando durante unos ochenta años cuando la Dirección Xeral do Patrimonio Cultural lo catalogó en el 2002, a raíz de un reportaje publicado por este diario.

El foxo está formado por dos largos muros de piedra que convergen en forma de uve en la parte baja de la ladera. En este lugar se encuentra una especie de pozo formado por un muro circular que en la actualidad está derruido en su mayor parte. Los lobos eran ahuyentados por cuadrillas de hombres que recorrían el monte haciendo el mayor ruido posible y acorralados entre los muros, de manera que no les quedaba otra salida que correr ladera abajo hasta caer en el pozo. En el fondo de este hoyo estaban hincadas en posición vertical unas lajas de pizarra cuyo fin era causar graves heridas o incluso la muerte a los animales, que en caso necesario eran después rematados por los cazadores.

El arqueólogo ourensano David Pérez López, que ha investigado estas construcciones, opina que el foxo de Monteagudo puede datar de la Edad Media y que es posible que sus orígenes se remonten a unos mil años. En esa época histórica se utilizó con mucha frecuencia este método arcaico de control de las poblaciones de lobos con el objetivo de reducir los ataques al ganado. El foxo de O Incio, al parecer, siguió cumpliendo esta función hasta principios del siglo XX.