Viaje de novia en carrilana por Folgoso do Courel

FOLGOSO DO COUREL

ROI FERNANDEZ

El buen humor y la temeridad se dan la mano en la carrera que rescata una vieja tradición de la sierra

26 jul 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Julio es mes de transición en el sur lucense. Algo así como un aperitivo previo al atracón de fiestas habitual en de agosto: carrera de burros en Escairón, conciertos y fuegos de artificio en Monforte, Folión de Carros en Chantada y orquestas de postín hasta en la aldea más recóndita. En Folgoso do Courel abrieron boca ayer con la Festa da Cultura e a Tradición que organiza la asociación A Coroa con el apoyo de la concejalía de Cultura. Hubo, no obstante, un plato fuerte. La popular, y a veces temeraria, carrera de carrilanas.

Las carrilanas, al menos en Folgoso, no son cosa de hace un par de días. Sea por la falta de otras diversiones, o por las pronunciadas pendientes que dibujan las calles en la capitalidad de O Courel, el hábito de lanzarse cuesta abajo en vehículos improvisados viene de lejos. Se llamaban amotas y, según parece, los chavales tenían por costumbre competir con ellas por las fiestas hace muchas décadas. Poco tendrían que ver, posiblemente, con las que desfilaron ayer entre el antiguo colegio y la plaza de Fondo de Vila.

Calles más inclinadas

La parte más pronunciada de Folgoso se convirtió un año más en improvisado circuito de carreras. Con algún que otro pequeño percance que, por fortuna, se quedó solo en susto. «Algún sempre cae, pero non pasa nada», explica la alcaldesa, Lola Castro. Los participantes son veteranos y su pericia se da por descontada. Eso sí, en las curvas de trazada más complicada las pacas de paja contribuyen en los laterales a la seguridad de los pilotos.

Hay quien se toma el descenso muy a pecho. Hasta da la sensación de que tienen estudiado el circuito al dedillo. Pero lo que impera es el humor. Ayer, por ejemplo, se simuló una boda con viaje carrilana por las calles de Folgoso para una original luna de miel. El calor apretaba lo suyo al mediodía incluso en la montaña, pero el espectáculo merecía la pena. «Hai xente de fóra e temos que darlle algo de vida ao pobo, que boa falta lle fai», comenta la alcaldesa.