El pequeño cementerio monfortino de los «disidentes del catolicismo»

felipe aira MONFORTE

RIBAS DE SIL

Antiguo cementerio anexo a la iglesia de San Vicente, en el conjunto monumental
Antiguo cementerio anexo a la iglesia de San Vicente, en el conjunto monumental F. AIRA

La comunidad protestante tomó cuerpo con la llegada de los trabajadores vinculados al ferrocarril

11 feb 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Con la revolución de 1868, comienzan a asentarse comunidades protestantes estables en Galicia. Abanderados de esta fe dedicados a la venta ambulante de publicaciones y folletos religiosos recorrieron la comunidad desde el año 1870. En 1875 se establece en A Coruña el primer punto estable de comunidades protestantes en suelo gallego. Le siguen Ferrol (1876), Vigo (1878), Marín (1882) y San Clodio de Ribas de Sil (1885). Según algunas publicaciones, como O protestantismo en Galicia: unha historia centenaria esquecida, de González Raposo, en esta última población se establece la primera congregación lucense con capilla, escuela y pastor evangélico. La comunidad tenía 30 miembros y su guía era José Arroyo, quien se bautiza en el Sil junto a su esposa, Adelaida, sus dos hijos, Santos y Balbino, y su suegra.

La llegada de personal vinculado a la construcción y funcionamiento de la estación ferroviaria monfortina tuvo relevancia en el creciente número de fieles evangélicos. Galo Páramo Eguía, natural de la localidad riojana de Haro, donde naciera en octubre de 1846, fue el primer protestante que dio cuerpo y cierta solidez a la comunidad evangélica local. Casado con Jacoba Eguizábal López, al enviudar vuelve a contraer matrimonio, ya en A Coruña en junio de 1902 con Isabel Imperio Mosquera. En 1889 aparece como administrador de la publicación pontevedresa El Látigo, de la que era director Ricardo Miser. También fue colaborador de El Heraldo, periódico que se proclamaba «evangélico, científico e ilustrado».

Incidente con la autoridad

Sobre el año 1890, Páramo Eguía fija su residencia en Monforte y desde aquí gestiona para su causa la zona interior de la provincia de Lugo y el territorio de toda Pontevedra. Alquila un local en la calle de la Peña, hoy Doctor Casares, y posteriormente inaugura el primer espacio de culto oficial del protestantismo monfortino. El barrio estaba comenzando a ser habitado por vecinos que construían sus viviendas en la zona, en su mayoría trabajadores del ferrocarril.

Testimonios de la época detalla que en diciembre de 1892 los evangelistas Galo Páramo Eguía y Juan Vidal Gutiérrez se presentaron en Monforte en casa de José López López, fiel de su misma creencia religiosa y gravemente enfermo. Una vez allí, y queriendo una hermana del convaleciente y algunos vecinos visitarlo, Páramo y Vidal no les dejaron pasar. Avisadas las autoridades, se personaron en el lugar y mandaron a los citados pastores protestantes que abandonasen la vivienda, a lo que se negaron por sus creencias religiosas. Ambos fueron arrestados, acusados de resistencia a la autoridad y en junio de 1893 el asunto procedente del juzgado de Monforte fue tratado en la Audiencia de Lugo.

Desde Inglaterra llegan a España por aquel entonces los pastores evangélicos Eduardo y Enrique Turral, siendo su primera residencia Monforte de Lemos. Enrique abre en 1893 un local de culto en nuestra ciudad, más grande y con mayor número de fieles que el inaugurado por Galo Páramo unos años antes. El incremento de miembros de esta creencia religiosa iba parejo al aumento de la persecución a la que se ven sometidos, especialmente por algunos sacerdotes entre los que figuraba el párroco de A Régoa.

La calle Doctor Casares, vinculada a la comunidad protestante, a finales del siglo XIX
La calle Doctor Casares, vinculada a la comunidad protestante, a finales del siglo XIX ARCHIVO F.AIRA

Una crónica de 1894 informa de que cinco pastores protestantes procedentes de Monforte llegaron a Viana do Bolo y los vecinos no le ofertaron ni una sola cama para quedar alojados, ni en casas particulares ni en hostales, por lo que desistieron de seguir su programa en Allariz, Xinzo y Verín. El viaje lo hacían en bicicleta, según una información recogida por El Criterio Gallego de Pontevedra. Posiblemente fueran George Chesterman, Enrique y Eduardo Turral, Nisbert y Míster Bell. José Luis Fernández Díaz, autor de Pioneros protestantes en la Atenas de Galicia, afirma que los primeros bautizados de la provincia ourensana por ese rito esperarían a los pastores evangélicos arriba indicados.

En el año 1896 se acuerda por el juez de instrucción del partido judicial de Monforte citar a Enrique Turral, vecino de la población, para que compareciera ante la Audiencia de Lugo como testigo en el juicio oral por los daños producidos en la casa donde los protestantes celebraban su culto en nuestra ciudad. Fue uno de los episodios más tristes relacionados con la comunidad evangélica local y se produjo cuando un número relevante de muchachos instigados por el párroco de A Régoa y otros religiosos comenzaron a apedrearlos. Uno de los que estaban dentro, Ventura Vidal García, consigue saltar por una ventana para avisar a las fuerzas del orden público.

Una enmienda en el pleno

En El Eco de Galicia, junto a la noticia que anunciaba que en Monforte comenzaba a publicarse el nuevo periódico La Tormenta, se podía leer en el año 1897 que en nuestra población falleciera una mujer conocida como A Mortiña asistida por pastores protestantes. En el archivo municipal monfortino también encontramos datos durante nuestras investigaciones sobre esta minoría religiosa. Así, en julio del año 1891, se solicita el ensanche del cementerio anexo a la iglesia de San Vicente del Pino aprovechando el terreno sobrante que había detrás del camarín de la Virgen, cuestión que fue tratada por el ayuntamiento.

El concejal del ayuntamiento monfortino, José González Martínez, miembro de la comunidad protestante local, presenta una enmienda que sale adelante para que se habilitase allí un pequeño departamento para los «disidentes de la iglesia católica». González, conocido por el apodo de Petapouco, era un adinerado vecino afincado en Monforte desde mediados del siglo XIX, además de destacado miembro del Comité republicano local. Ebanista de profesión, en sus ratos libres estudiaba y colaboraba en diversas publicaciones de la época.

Quejas contra el cura de A Régoa por no permitir depositar una corona de flores

González Martínez —junto con algunos miembros de las familias Cuadrado Carbajosa, Cuadrado Arroyo— recibió sepultura a comienzos del siglo XX en el cementerio civil habilitado para los protestantes en el cementerio público municipal de A Gándara. De los Cuadrado Arroyo, hijos del adinerado vecino José Cuadrado y de una Arroyo, de la familia del pastor evangélico, José Arroyo, de San Clodio, algunos descendientes se casan años después por el rito católico. Es el caso de Emilia Cuadrado Arroyo, quien contrae matrimonio en mayo de 1930 con Manuel Pérez Casares, en la iglesia parroquial del Sagrado Corazón y Nuestra Señora del Carmen, del barrio de la Estación. Tres años después, en 1933, Daniel Cuadrado Arroyo se casa en la parroquial de Marrube con Celia Mosquera.

De los Cuadrado Carbajosa, algunos fueron pudientes vecinos. Mención aparte merece Carmen Cuadrado Carbajosa, vecina de la Avenida de Osma, hoy de Galicia, que fue víctima de un criminal suceso al ser atacada en agosto de 1903 por un antiguo novio despechado cuando caminaba por esa calle con su hermana Emilia. Fortunato Valcárcel, factor de la Compañía del Norte, obsesionado por Carmen le clava varias veces un cuchillo. La madre de la joven, desde el balcón de su casa, fue testigo del suceso, según las crónicas de la época. Atendida por el doctor, Salustio Beloso, médico que luego establecería consulta en la calle Coruña, Carmen consigue salvar la vida, pero las secuelas de las heridas sufridas motivaron su fallecimiento en abril del 1904, con solo 18 años de edad. El viernes 29 de abril de ese año, se celebra el entierro civil de la joven.

Traslado a A Gándara

En un documento municipal de la época empleados del depósito del ferrocarril se quejas del proceder del cura párroco de Santa María de A Régoa, con motivo de no permitirles el día de la conmemoración de los fieles difuntos la entrada en el cementerio llamado de los disidentes para depositar una corona sobre la sepultura de Antonio Daponte, forjador del taller del ferrocarril. En informes que recibe el Obispado de Lugo del año 1902, por otro lado, se indica que en la zona había más de 60 disidentes de esta religión. Con la inauguración del cementerio municipal de A Gándara en 1903 los enterramientos del cementerio parroquial de San Vicente fueron trasladados al nuevo camposanto.