Dicker rescata a Marcus Goldman en «El libro de los Baltimore»

Miguel Lorenci MADRID / COLPISA

CULTURA

BENITO ORDOÑEZ

El narrador suizo aspira a repetir con esta «saga familiar» el masivo éxito de «La verdad sobre el caso Harry Quebert»

25 may 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

«La envidia puede ser sana y constituir un sentimiento provechoso». Lo sostiene Joël Dicker (Ginebra, 1985), el escritor que logró vender tres millones de copias de La verdad sobre el caso Harry Quebert, una intriga de 700 páginas que convenció a lectores y críticos de una treintena de países. Tres años después aspira a repetir el bombazo con El libro de los Baltimore (Alfaguara). Una «saga familiar» movida por lo hilos de la envidia y la amistad en la que, sin miedo al fracaso, recupera al personaje de Marcus Goldman. Autor de un único y enorme éxito, como su creador, asegura Dicker que no tiene nada que ver con Goldman, salvo que son contemporáneos. El poder destructor de las emociones y las dos caras que toda persona tiene están también en lo nuevo de un Dicker consciente de que «el éxito es muy frágil».

¿Existe la envidia sana? «Creo que sí. Aunque parezca un oxímoron, es un sentimiento negativo que te permite trascenderlo en busca de algo bueno». En su novela, la envidia «es un motor» y «consume a algunos personajes», pero se transforma en algo positivo, «siempre que uno sepa evitar que te queme, que es, en parte, lo que cuenta el libro». «Aunque nos cueste reconocerlo, todos somos envidiosos. Es un sentimiento universal del que debemos extraer lo positivo», insiste. Churchill dijo que «el éxito es ir de fracaso en fracaso sin perder el entusiasmo», y Dicker lo comparte. Lo asegura risueño y sin ironía este niño mimado por editores y lectores, que con apenas 30 años ha conseguido lo que muchos autores no alcanzan antes de los 80. Atractivo, alto, con un físico entre David Beckham y James Dean, porta la antorcha de calidad que antes llevaron Nabokov, Philip Roth o Hemingway, dice la crítica. Con los pies en el suelo, sabe que «el éxito es muy frágil y puede desaparecer como llegó». «Éxito y fracaso son percepciones», señala sabiendo bien de qué habla: escribió seis novelas -«fracasos aleccionadores»- antes de dar en la diana. Estudió Derecho y soñó con ser «estrella de rock, futbolista o escritor», pero no fue capaz de encontrar atractivo alguno en el ejercicio de la abogacía ni en la música. Insistió en la escritura. Confía ciegamente en el lector, al que le debe todo, dice: «Gracias al él constaté que los libros son más fuertes que la vida. El lector crea con cada libro su propio universo. Se convierte en un creador muy poderoso y sin limitaciones, capaz de imaginar y recrear a los personajes, su voz, sus ideas, su aspecto, sus espacios vitales...», afirma Dicker.

«Las redes sociales conectan, pero a veces embrutecen»

Con raíces familiares en Nueva Inglaterra, donde transcurría su novela anterior, Dicker presenta ahora a los adinerados Goldman de Baltimore y a los menos afortunados Goldman de Montclair. «No es una intriga ni un thriller -advierte-, es una saga familiar, un drama con lo bueno y lo malo».

El proyecto de la película de su novela anterior está atascado y el escritor pasa de puntillas sobre el asunto. Dicker se quedó en el 2012 a un solo voto del Goncourt, pero recibió el Goncourt de los estudiantes, que conceden los alumnos de los institutos. Le enorgullece que descubran a través de sus historias que hay mundos interesantes en los libros, «más allá de la tableta, los videojuegos y los móviles». Y es que es muy crítico con las redes sociales. «Hacemos un uso banal de las redes. Tienen algo muy positivo, pueden conectar a mucha gente, pero se abusa. A veces embrutecen», diagnostica. «Queremos validar la vida con las redes al poner en Facebook la ensalada y mostrar el tiempo que hace, y la dejamos pasar. Si nos hacemos la foto no vivimos», lamenta.