Cuenta atrás para que la Ribeira Sacra pueda ser Patrimonio de la Humanidad

Luis Díaz
Luis Díaz MONFORTE

LUGO

Reportaje | Un tesoro cultural que sale del olvido El Ministerio de Cultura seleccionará en septiembre las candidaturas que se remitirán a la Unesco para que decida sobre su declaración como bien de interés mundial

07 abr 2007 . Actualizado a las 07:00 h.

Más de 550 monumentos censados, entre patrimonio histórico-artístico, arqueológico y etnográfico, y un paisaje excepcional por la singularidad que le imprime la viticultura heroica, parecen argumentos más que suficientes a favor de la Ribeira Sacra. Pero el Consejo de Patrimonio Histórico tiene la última palabra. Será este organismo, dependiente del Ministerio de Cultura, el que seleccione el próximo mes de septiembre las candidaturas españolas que optarán a la declaración de Patrimonio de la Humanidad por parte de la Unesco, Entre los más de veinte aspirantes figuran otros cuatro gallegos: la Torre de Hércules, la reserva natural de Os Ancares, el conjunto urbano del Ferrol de la Ilustración y el Camino Norte a Santiago. El censo de más de medio millar de monumentos, parte de ellos declarados Bien de Interés Cultural, figura en un exhaustivo trabajo sobre la Ribeira Sacra, elaborado por la Consultora Galega a comienzos de los noventa, que sirvió de referencia a la Xunta de Galicia para la solicitud de declaración de Patrimonio de la Humanidad que se concretó a finales del 2000. La investigación fue dirigida por el arquitecto César Portela y en su elaboración colaboró un equipo de historiadores, arqueólogos, sociólogos e ingenieros de diversas especialidades, entre los que figuraban Anxo Sicart, Daniel Pino, Francisco Fernández de Ana Magán y Xosé Posada. Riqueza excepcional Sus conclusiones son reveladoras: «Posiblemente non exista en todo o occidente unha concentración tan importante de cenobios nunha área xeográfica relativamente reducida como a que se produciu na Ribeira Sacra, de certo motivado polo feito de que o Sil, tanto para a vella Gallaecia como para a nova Galicia, fora un importante lugar de encontro cultural». Con el nombre de Ribeira Sacra se conocían originariamente los territorios que pertenecían al monasterio ourensano de Montederramo, en la margen izquierda del Sil. A lo largo de la Edad Media, fue abarcando territorios cada vez más amplios de las riberas del Sil y el Miño, donde proliferaron monasterios construidos en su mayor parte sobre antiguos y recónditos eremitorios, que han dejado vestigios como el sarcófago descubierto en la iglesia de Santa María de Temes, el testimonio más antiguo de la cristiandad en Galicia. El medievo también marcó la expansión del viñedo en este territorio, un cultivo que en el Sil hunde sus raíces en la colonización romana. No es casual que también el documento conservado más antiguo en el que se hace referencia al viñedo corresponda al acta de fundación de uno de los monasterios de la Ribeira Sacra, el de San Estevo de Atán. Aunque parece ser que la forma primitiva Rivoira Sacrata significaba en realidad roble sagrado , y que la transformación en ribeira se debió a una traducción equivocada en el siglo XVII de los documentos del monasterio de Montederramo, este espacio no se entendería sin la peculiar configuración del viñedo, en socalcos escalonados sobre pendientes de vértigo. Un paisaje cuyo valor no pasó desapercibido a los autores del estudio que avala la solicitud de Patrimonio de la Humanidad: «A Ribeira Sagrada encerra tesouros de inmenso valor, que aínda son máis grandes ao apareceren entrelazados. Non só dispón dunha natureza excepcional, senón que ten unha das mostras de patrimonio monumental máis importantes de Europa: Mosteiros, igrexas, ermidas, estacións arqueolóxicas, pazos, castelos, fortezas, vivendas e construcións agropecuarias das máis de mil entidades de poboación e esa maravilla de enxeñería ou arquitectura agrícola que son os socalcos, que aquí amosan unha extraordinaria riqueza tipolóxica, e que aínda son quen de seguir facendo posible o cultivo básico da zona, o viño».