Apretando las tuercas del motor de la comarca ancaresa

Benigno Lázare LUGO / LA VOZ

LUGO

SABELA

01 abr 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

La mayor parte de la gente que abandonó el campo se fue a la emigración, pero hubo quien se limitó a cambiar de profesión, quedándose en la capital de la provincia o en la cabecera del municipio. Esta última fue la opción elegida por Jorge Vilares Pérez, que renunció a seguir con el oficio del padre, agricultor y ganadero en Ouselle, y montó un taller mecánico en Becerreá.

Previamente estuvo varios años trabajando como aprendiz en Talleres Roca de Baralla, la mayor empresa del ramo que fabricaba carrocetas. A mediados de los años 60 tenía unos 18 aprendices.

La mili era en la vida de muchos jóvenes lo que habitualmente se llama «un punto de inflexión». Para Jorge Vilares lo fue porque al regresar de cumplir con las obligaciones militares abrió su propio taller en Becerreá. Era 1968 y comenzó desde la base, construyendo una pequeña nave en un solar que le compró el padre en la avenida de Sarria. Comenzó trabajando solo, pero con el tiempo fue incorporando empleados. Estuvo 20 años como taller independiente hasta que en 1988 cogió la representación de la firma Peugeot Talbot.

El originario taller se quedó pequeño y tuvo que adquirir otra parcela contigua y realizar la primera ampliación, porque con el tiempo aún compraría dos parcelas más y haría otra ampliación hasta alcanzar los mil metros cuadrados construidos. Coincidió con el primer o segundo año del milenio actual, época de gran expansión del sector. En el 2001 también se incorporó el hijo, Miguel Vilares Cabana.

Aprovechando el inicio de la relación con la popular marca automovilística, se incorporó un socio y el taller se llamaba Barrera y Vilares. Posteriormente se quedó con todo el negocio, pero en el 96 constituyó una nueva sociedad con José Luis López Vázquez, y la firma lleva desde entonces el nombre suyo y el de su socio.

Negocio amplio

Miguel Vilares explica que al ser dos socios pueden abarcar con más facilidad todas las ramas. Su padre ahora está jubilado y él lleva fundamentalmente el área de ventas y su socio la reparación, si bien la empresa funciona de forma coordinada. También venden coches de segunda mano y el taller es multimarca, «e con precios asequibles», puntualiza.

El hijo del fundador afirma que se incorporó unos años antes de que se jubilase el padre para rodarse con tiempo suficiente, porque siempre tuvo la intención de dar continuidad a lo que había fundado Jorge. Antes de comenzar a trabajar cursó empresariales, carrera que interrumpió y que ahora está completando con más calma a través de la UNED. Realizó un ciclo de automoción en As Mercedes y es técnico de alta gama de Peugeot. Afirma que asiste anualmente en Madrid a tres o a cuatro cursos de la marca para actualizarse con respecto a los nuevos modelos, además de la formación que les imparten a través de Internet.

La astilla del concesionario de Becerreá corrobora que en estos últimos años la venta de coches nuevos bajó. Sin embargo, la cuenta de resultados de la empresa se mantiene a un nivel aceptable por el mercado de segunda mano y por las reparaciones en el taller. Dice que la gente ahora aprovecha más los coches, pero al menos entre su clientela los cambios de aceite y de ruedas no se retrasan. En cuanto a los coches usados, el segmento medio, de 6.000 y 7.000 euros, es el más demandado.

Jorge Vilares Pérez.

La astilla

Miguel Vilares Cabana.

El padre tiene 69 años y Miguel cumplió los 29.

Profesión

Empresarios del sector de la automoción. Jorge está jubilado.