«Adán quería verme tirada en la calle como si fuera un perro»

xosé Carreira LUGO / LA VOZ

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Alberto LópezAlberto LópezAlbe

La víctima contó en el juicio al dueño del Queens que llegó a pensar en el suicidio debido a la tormentosa relación

23 abr 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

La vida matrimonial de la esposa de José Manuel García Adán fue agitada y tumultuosa, según la declaración que hizo ayer en la primera sesión del juicio al dueño del Queens por malos tratos y agresiones sexuales. La víctima ni tan siquiera llegó, dijo, a saber que estaba separada ni tampoco que hubiera sido denunciada por un abandono de hogar.

Su convivencia, dijo, fue un infierno. Tanto es así que en algún momento pensó en el suicidio. La operación Carioca, que supuso el ingreso de Adán en prisión, la salvó porque pudo contar lo que le estaba ocurriendo y le hicieron caso. A los siete meses de embarazo, recibió un ataque un día que estaba con una amiga, pero esta se marchó al ver al dueño del prostíbulo. Después, cuando llegó a casa, él había tirado todos los platos de la cocina y supuestamente le pegó una patada en la barriga, a pesar del embarazo. «Empecé a sangrar y no me permitió ir al médico», recordó la afectada.

El día anterior al parto, explicó, cuando se encontraba con su madrina cenando en un restaurante, le pellizcó las piernas que tenía hinchadas y arrancó el mantel de la mesa. Las dos mujeres salieron corriendo del establecimiento.

«Ahora que ya no tienes a tu hija en el vientre, te la puedo quitar cuando me dé la gana», le dijo en una vez, según la víctima, que dijo haber sido objeto de toda clase de insultos cuando no «había gente delante».

En otra ocasión le tiró una taza de Cola Cao encima y supuestamente la golpeó en la boca. De los ataques le quedaron cicatrices. Una de ellas se la mostró al tribunal.

Recordó que un día que él tomó unas copas, ella durmió en la zona de los congeladores del Queens para que no la encontrara y evitar así una agresión. «Sabía que si llegaba -dijo- me iba a dar una paliza. En la zona de la cocina había más gente y no se atrevía a pegarme. Quería verme tirada en la calle como si fuera un perro».

Relató también como en una ocasión su marido salió detrás de la barra del burdel con unos papeles y le pidió que los firmara. Le explicó, además, que no tenía ningún derecho a leer ninguno de los documentos. «Me puso una pistola y dijo: vamos a ver si firmas o no. Yo, acojonada, firmé. Después me agarró de los pelos, abrió la puerta de atrás y me pegó dos patadas. Esto es todo lo que quiero de ti», añadió.

La víctima dijo que había sido encerrada día y medio en la «suit» del local y que Adán se llevó las llaves. El abogado madrileño que defiende a Adán, Manuel Ortega Caballero, recordó que la mujer pudo haber llamado por teléfono, pero tanto esta como otros testigos dijeron que no se podía porque solo admitía llamadas internas.

Explicó que también fue encerrada en otro local de la parte de atrás del establecimiento, si bien el letrado de Adán trató de demostrar que pudo haber recibido ayuda de las personas que acudían a esa zona del establecimiento. La víctima recordó que estuvo encerrada en dos ocasiones y en una de ellas pudo escapar.

En cuanto a las agresiones sexuales contó que una de ellas fue en el gimnasio. «Empezó a afilar las espadas que tenía allí y a insultarme y decirme que lo engañaba. Después abusó de mi», recordó. Otra de las presuntas agresiones sucedió en el cuarto de baño del piso en el que vivían. «Puso la pistola encima del váter y me dijo que me quitara la ropa. Después me metió en la bañera y abusó de mí. Me amenazó con que si lo denunciaba me mataría. Me dijo que era una colombiana que no servía para nada. Le tenía miedo. Me quería suicidar», explicó la mujer. Ese momento fue el único de toda su declaración que se derrumbó en sollozos.

En otra ocasión, relató, le arrancó los pendientes y la camiseta y la volvió a agredir sexualmente. «Cuando acabó -contó su ex- se fue a comer unos flanes a la cocina. Yo escapé y él me dijo: corre hija de p... que ya te pillaré».

Negó que hubiese llamado a Adán tras salir de prisión, donde él estuvo cuatro años, aunque reconoció que le dijo al padrino de su hija que si el padre de la niña necesitaba algo, se lo daría. También reconoció que hizo llamadas al entorno de Adán para decir que se estaba muriendo sin su hija que, por cierto, tiene a su cargo desde enero pasado. Recordó que no impedía que la viese su abuelo.