«Pensaba que los perros se comerían a un niño, pero me devoraron a mí»

Xosé Carreira LUGO / LA VOZ

LUGO CIUDAD

Unos canes comieron una oreja a la madre del comisario de Monforte

01 oct 2014 . Actualizado a las 09:45 h.

«Siempre pensaba que un día al salir los niños del colegio los perros se comerían a uno. Jamás pensé que me tocaría a mí». En estos términos se expresó ayer, en un juicio celebrado en Lugo, la madre del comisario de policía de Monforte al que unos canes le arrancaron parte de la oreja izquierda en un ataque del que fue víctima el 24 de septiembre de 2012. El propietario de los animales, C. L. T., se sentó ayer en el banquillo de los acusados y se enfrenta a una petición de condena por parte del fiscal de dos años de prisión.

La anciana volvía a casa con su pequeño teckel y se encontró con dos perros y dos hombres que corrían tras ellos. Intentó ponerse a salvo entrando en un bar, pero no lo consiguió. La mujer cogió en el colo a su perrito y los canes callejeros se abalanzaron sobre ella ocasionándole heridas diversas, entre ellas la pérdida de parte de la oreja.

«Era enormes y siempre estaban ladrando. Estaban encerrados en una casa con una finca y un muro de dos metros. Yo tenía miedo por mi nieto cuando lo llevaba al colegio», advirtió la afectada a la jueza. «Me mordieron en la cabeza, en la oreja, en la espalda. Estuve tres horas y media en el quirófano. En la espalda tuvieron que ponerme un drenaje durante cinco meses. Gracias a que tenía salud y fortaleza porque hacía gimnasia e iba a la piscina. Estaba fuerte y lo resistí. El médico me dijo: tú eres mi milagro», relató la afectada.

El propietario de los canes, C. L. T., acusado de un delito de lesiones, dijo que los perros salieron de una finca cerrada en un descuido. «Lo primero que hice fue ir a buscarlos para ponerlos dentro. Incluso un vecino cogió a uno y yo a otro para meterlos para dentro. No tenía miedo de que atacaran a nadie porque nunca lo hicieron. Simplemente temía que los atropellase un coche», dijo.

Explicó que los había vacunado en 2012 y no los tenía inscritos en el censo del ayuntamiento porque no lo sabía. «Ahora deben ser los únicos censados de la zona», advirtió. En su opinión, los animales «se volvieron locos» cuando vieron a la perra de la mujer. Le preguntaron si los vecinos de la zona ya tenían miedo de los perros y él contestó: «Que yo sepa, nunca me llamó la atención ni ningún vecino ni gente que pasaba por allí. Incluso los acariciaban porque eran muy cariñosos. No eran de ninguna raza peligrosa».

El Sergas reclama al acusado 12.300 euros por curar a la víctima y el fiscal pide que sea indemnizada con alrededor de 9.000 ? por diversos conceptos.