La casa de los trece mininos en A Chanca

Enrique Gómez Souto
enrique g. souto LUGO / LA VOZ

LUGO

OSCAR CELA

Los animales se alimentan en pequeñas bandejas colocadas al pie de los edificios

22 mar 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

En la casa de Esther Rivas laten 14 corazones. Uno es el suyo; los otros son los de sus gatos. Ella, a diferencia de Ángel Nieto, no es supersticiosa; no lo es por lo menos respecto al número 13 y se ríe cuando el periodista, para comprobar que el dato (13 gatos) es correcto pregunta, ¿13, o lo que es lo mismo 12+1? Sí son 13 gatos los que cuida esta lucense, con domicilio en A Chanca, en el Carril da Vía, una callejón cuyo descuido por el Ayuntamiento denuncia.

Esther trabaja como limpiadora en un organismo oficial. Cuando vio en La Voz a algunos de sus gatos se apresuró a aclarar que no estaban abandonados. Y no lo están. Otra cosa es que a algunos vecinos de A Chanca no les haga gracia alguna tal reunión de mininos, que, cuando hace bueno, están en la calle, donde son alimentados en varias bandejas de esas en las que se expenden algunos alimentos en los súperes.

Trece gatos tiene Esther, que son su compañía. Y si aparece alguno más -dice por teléfono- tampoco lo deja sin comer. Su vecina de la casa de al lado solo tiene un gato, y antes fue suyo. También la vecina colabora en la alimentación de los mininos.

Trece gatos reunidos pueden ser muchos gatos, aunque no sea frecuente que se le sumen más. Eso les parece a algunos vecinos de A Chanca, pero ya se sabe que en materia de gustos no hay nada escrito. ¿Por qué tiene tantos gatos Esther? «Porque nacieron», señala su propietaria. Y gracias a los gatos, en la casita en la que viven no hay ratones, dice Esther.

Esta vecina del barrio de A Chanca no entiende que alguien se preocupe por el hecho de que en el carril en el que está su casa haya unas bandejitas para poner la comida de los gatos. Aprovecha la ocasión para quejarse de la desatención en la que el Ayuntamiento tiene a dicha vía, pequeña y sin salida. Dice que ella misma encargó a un operario que efectuase las necesarias labores de desbroce. Espera que algún día el Ayuntamiento «se moleste» en proceder a la debida limpieza de la calle; más bien callejón y nada lucido. Por cierto, parece que incluso hay a quienes les cuesta dar con este poco atendido Carril da Vía.

Acerca de las quejas de algunos vecinos de las que le habla el periodista, Esther Rivas dice que por la noche sus gatos están en casa, y que por allí no hay más que los suyos. Que son 13, como ya se reseñó, y, cabe sospechar, por razones de pura naturaleza, no parece que no vayan a ser más.