La comarca despierta consternada por la muerte del cura Nicolás Alvarellos

La Voz

LUGO CIUDAD

12 ago 2007 . Actualizado a las 02:00 h.

a estrada | La noticia de la muerte del sacerdote Nicolás Alvarellos conmocionó ayer las comarcas de Tabeirós y Deza. El párroco estradense no sólo era muy conocido y muy querido en el municipio en el que prestaba servicio pastoral desde hacía casi una década, sino también en toda la comarca dezana.

Nicolás Alvarellos López era natural de Lalín. Nació el 16 de julio del año 1943 en el seno de una de las familias más conocidas del municipio. Los Alvarellos regentan aún hoy una de las imprentas históricas de la comarca y una librería.

Inició sus estudios en la capital dezana y, a los 11 años, ingresó en el seminario de Santiago. El entonces párroco de Vila de Cruces, Andrés Tallón Neira, le echó una mano para conseguir el permiso de ingreso en Santiago, ya que Lalín pertenece a la diócesis de Lugo pero el joven prefería formarse en la capital compostelana. Lo hizo en el seminario menor de Belvís y en el mayor de San Martín Pinario. En diciembre de 1966 se ordenó sacerdote. Justo después, el párroco de Cruces, que ya era mayor, lo reclamó para la parroquia y entró de coadjutor ese mismo año. Cuando el cura de Oirós (Cruces) falleció en un fatal accidente en Ciudad Real, Nicolás Alvarellos se encargó de la parroquia. En 1970 fue nombrado párroco de Oirós, que engloba las parroquias civiles de Bodaño, Asorey y Oirós. Tiempo después asumió también la atención de las parroquias cruceñas de Larazo, Arnego y Sabrexo. En Oirós ejerció el sacerdocio durante 27 años. Cuando se fue, la parroquia lo despidió con un homenaje. No obstante, Nicolás Alvarellos nunca se marchó del todo. Le gustaba reencontrase con sus feligreses y, cuando sus obligaciones se lo permitían, regresaba de visita a la parroquia.

Llegada a A Estrada

A A Estrada llegó en 1998. Primero fue copárroco con Manuel Castiñeiras y, cuando éste se jubiló en el año 2004, asumió junto a José Antonio Ortigueira la atención de las parroquias de A Estrada y Ouzande. Los vecinos de ambas enseguida se encariñaron con él por su carácter cordial y afable, su buena disposición con niños y enfermos y por su facilidad para entablar relaciones sociales.