Días de vacaciones romanas en Lugo

Xosé María Palacios Muruais
xosé maría palacios LUGO / LA VOZ

LUGO CIUDAD

La ciudad empezó a tener ya el ambiente característico del festejo desde las primeras horas de celebración

01 jul 2017 . Actualizado a las 12:26 h.

ñASLa abundancia de cuadrigas, de esas modernas en las que los caballos son indicativos de la potencia, en algún aparcamiento cercao a la Muralla indicaba que este fin de semana no es uno cualquiera en Lucus Augusti. La ciudad romana se entrega a fondo a su fiesta fundacional, y en puntos más o menos cercanos del Imperio ha arraigado la costumbre de acudir a la urbe de las orillas del Miño para disfrutar de estos días.

Con las vacaciones iniciadas para los más jóvenes y cercanas para otros, parece que los lucenses se encomendaron a Júpiter, pues no faltaron nubes ni algunos chubascos en la jornada de ayer. Quizá fue una estrategia para evitar desplazamientos a las playas del Magnus Portus Artabrorum, cercanas a la torre de Hércules, o tal vez una forma de estimular las visitas a los locales de hostelería.

Como ya se sabe dentro y fuera de la Gallaecia, hay un lema muy claro: «Y para comer, Lucus». Así, al atardecer ya se veían abundantes cantidades de costilla y de chorizos dispuestas para ser preparadas, mientras otros practicaban el avituallamiento a base de pasteles y de empanadillas,

Pero el arranque de la fiesta no se centró solo en ensalzar la comida local. Al pie de la Muralla, los senadores, que más tarde recorrerían el centro con sus bien confeccionadas túnicas, se dejaban ver como una de las partes indispensables de la organización social, mientras la Cohors Lucensium, a pocos centenares de metros, mostraba ya su campamento bien preparado.

Para el que tuviese ganas de moverse un poco dentro del recinto amurallado, en la tarde de ayer había alicientes para conocer detalles del mundo romano por dentro más allá de túnicas y de pasos marciales. Por ejemplo, junto al pazo de San Marcos, ese donde se reúnen los políticos de Lucus Augusti y de urbes y de plazas fuertes de los alrededores, se representaba una asamblea de mujeres que divulgaba las virtudes del protagonismo femenino en el gobierno de la sociedad: elegidlas y viviréis felices, venía a decir.

Los que escuchaban eran simples mortales, ya que los dioses romanos, a esas horas de la tarde, no parecían fáciles de localizar. «Os deuses andan por aí, deuseando», se quejaba un grupo femenino, que proponía un reto para animar la jornada: «Podemos seducir algúns humanos, convertelos en semideuses e facerlles correr aventuras», decía una de ellas. Entre sí pugnaban por la forma de lograr la atracción del público hasta que llegó Júpiter, cuya propuesta nadie osó cuestionar.

Construir estatuas a las que se puedan dedicar ofrendas y comprobar cuál es la que recibe más favores: el que encabece esa clasificación se habrá ganado el derecho a entrar en el olimpo, dijo el cabeza visible de la mitología romana ante un público de edades variadas.

Entonces, con la tarde ya avanzada, romanos de Lucus Augusti y de los alrededores empezaban a llenar el centro de la urbe y sus afamados locales de hostelería, sin que la amenaza de lluvia o unos pocos chubascos los hubiesen desanimado para salir a la calle. «A xente non lle ten medo á auga», comentaba con compañeros y clientes un camarero del recinto amurallado.

La sentencia parecía cierta, tan veraz como que los castrexos debían de sentirse un poco cohibidos por la presencia de tantos romanos y no se dejaban ver, aunque quizá se estuviesen reservando para el sábado y el domingo y hacerse notar.

A punto de anochecer, las nubes estaban en retirada, como si las legiones romanas hubiesen conseguido expulsarlas de la ciudad para lograr un ambiente seco y despejado que no amenazase la fiesta: túnicas y sandalias estarían así a salvo de enojosas humedades. También pudo haber ocurrido que los de la urbe y los forasteros se hubiesen encomendado a Apolo para conseguir que el sol presidiese los días de fiesta.

La cuidada recreación del pasado atrajo la atención de gentes de todas las edades

Los desfiles de variados grupos fueron ya parte destacada del programa

La lluvia que cayó en algunos momentos no impidió la animación