Ana Amado, fotógrafa: «Lo perfecto no es humano»

LUGO CIUDAD

Valerio Platania

Entre Galicia y Madrid, la arquitecta acaba de terminar el rodaje de un cortometraje con Lois Patiño sobre los lavaderos

10 mar 2023 . Actualizado a las 09:30 h.

Recién abierta en Lugo la exposición Arquitecturas (re) visitadas, patrocinada por la delegación lucense del Colegio de Arquitectos de Galicia, Ana Amado (Ferrol, 1975) ya está en Madrid. Así que hablamos por teléfono sobre su trabajo y algo más. Aprovechamos su risa fácil y explosiva para que todo fluya.

—La exposición no se estrena en Lugo.

—No. La muestra la produjo el colegio de Arquitectos Vasconavarro en el 2018 y ha estado itinerando desde entonces. Esta es la primera vez que se expone en Galicia.

—Parte de la exposición muestra pueblos construidos de golpe. Siempre tienen esos pueblos como algo que no gusta, artificialidad...

—En el proyecto que desarrollé con el arquitecto Andrés Patiño queríamos ver con nuestros propios ojos la belleza en esos pueblos de colonización, que fueron diseñados por algunos de los arquitectos más destacados de la modernidad del siglo pasado. Los colonos, inicialmente, sufrieron el desprecio de los pueblos cercanos que sí eran pueblos históricos. Y, al final, estos pueblos acabaron creando unos lazos de solidaridad entre ellos.

—¿Qué prepara ahora?

—Siempre tengo cosas sobre la mesa. He tenido el grandísimo honor de rodar un cortometraje con Lois Patiño sobre el mundo de los lavaderos, que son el único espacio público construido para mujeres; estuvimos hablando con mujeres en el Barbanza. No lo podremos ver hasta otoño del año que viene. Fue una experiencia maravillosa. También estoy con mi proyecto Lideresas, sobre mujeres mayores y su falta de visibilidad. Voy a poder desarrollarlo en Washington porque me ha invitado la embajada para el 8 de marzo, para hacerlo con mujeres de allí.

—En su trabajo también hay fotos de arquitecturas inacabadas, feas... ¿Hay belleza en lo feo?

—Igual se refiere a un proyecto llamado Spanish Dream en el que fotografié edificios inacabados con gente dentro. Eran fotos escenificadas que pretendían provocar una reflexión sobre esa fiebre que tuvimos todos de ser propietarios de viviendas. Fotografiar la fealdad, cosas que no son perfectas, es algo que me atrae mucho. Incluso, cuando tengo que hacer reportajes de arquitectura, intento huir de la fotografía perfecta. Porque lo perfecto no es humano. Me atrae la parte inacabada, incluso fea de los lugares. Y esa parte, en Galicia, también nutre nuestra idiosincrasia, nos guste o no.

—¿Lleva siempre una cámara encima?

—Siempre no, porque pesa mucho, pero intento mirar fotográficamente. Además, ahora tenemos esta maravillosa a la vez que odiada herramienta que es el móvil.

—El móvil, claro. ¿Para qué llevar una cámara?

—Por varios motivos. El móvil no se acerca ni de lejos a la calidad que se alcanza con una cámara y con un sensor mayor. El móvil sirve para tomar apuntes, para imágenes que no tienen que ser impresas a un tamaño decente y porque es la herramienta con la que nos comunicamos.

—Puedes tomar un apunte con el móvil y el día que vuelves con la cámara, aquella foto ya no existe.

—La fotografía es efímera, pero que puedas volver al sitio o no depende del tipo de fotografía que hagas. Si la única cámara que tengo en el momento es el móvil, tiro y punto; sin remordimiento. Para un proyecto documental a largo plazo en el que tienes que estudiar el lugar muchos días distintos, el instante decisivo pasa a un segundo plano.

—¿Recuerda cuándo sintió la pulsión de la fotografía por primera vez?

—Cuando me regalaron mi primera cámara réflex y empecé a trastear con el tiempo de exposición y la apertura del diafragma. Eso te engancha irremediablemente. Profesionalmente me dedico a la fotografía desde hace unos diez años.

—Por cierto, ¿dónde vive, en Galicia o en Madrid?

—En los dos sitios y en la A-6, ja, ja. Tengo mi sede en Madrid, pero viajo constantemente a Galicia: mi familia vive en Ferrol y mi pareja vive en Boiro. A mí me gusta mucho Madrid. Tiene una gran calidad humana y te da muchas oportunidades si te lo curras.

—También hace sus pinitos en la ópera, cantando.

—Bueno, canté en el coro de una ópera. Como solista, aún me quedan muchos colacaos. Estoy tomando clases de canto lírico. La música ha formado parte de mi vida desde siempre. Siempre he cantado; un año fui la vocalista de Cristina Pato. Desde que vine a Madrid estoy en coros y en uno de ellos pude cantar Madame Butterfly pero, repito, como parte del coro.

—¿Celta o Dépor?

—Mi padre es uno de los futboleros más importantes de Galicia. En su día fue el seleccionador nacional de fútbol sala femenino. Yo siempre estoy con él y creo que elegiría al Racing de Ferrol. Pero si es Celta o Dépor, diríamos Dépor.

—¿Francia o Argentina?

—Me gustaría que ganase Argentina.

—¿Qué le gusta hacer cuando tiene tiempo?

—Me gusta viajar y todo lo que tenga que ver con la cultura audiovisual. Y leer.

—Defínase en pocas palabras.

—Curiosa y tenaz.

—Algo que le resulte repugnante.

—La violencia gratuita.

—¿El mejor momento del día?

—¡El desayuno! Largo y calmado.

—Una canción.

—Se me ocurren varias: A Case of You, de Joni Mitchell; Lately, de Stevie Wonder, o Purple Rain, de Prince...

—Vale, vale. ¿Lo más importante en la vida?

—Ser coherente con uno mismo. Seas como seas. Y evitar la pereza, que es el peor de los pecados. Y no hacer daño a los demás gratuitamente, intentar portarse bien.