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Arrastreros gallegos llevarán pruebas a la UE de que hay cigala en el caladero

e. abuín REDACCIÓN / LA VOZ

SOMOS MAR

Jose Manuel Casal

Corroboran que la caída de las descargas tiene su origen en el reparto individual de cupos

22 abr 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Galicia se resiste a tener cerrada durante tres años la pesca de cigala. Ya lo advirtieron los arrastreros de litoral al minuto siguiente de que los ministros de la UE diesen el visto bueno a las cuotas para este año con un TAC (total admisible de capturas) cero para la especie en el Cantábrico. Así que de inmediato han emprendido una cruzada al rescate de las cigalas «de papel», de esas cuotas que quedan sin pescar, pero no porque no haya recurso, sino porque sus propietarios, por unas cosas o por otras, no las han capturado, y revertir esa prohibición de captura. O al menos permitir la descarga de la pesca accidental.

Con la ayuda de los científicos del Instituto Español de Oceanografía (IEO) en A Coruña Celso Delgado y Paz Sampedro, especialistas en la pesquería de cigala en la zona VIIIc (de Fisterra al golfo de Vizcaya), los arrastreros han recabado datos suficientes para corroborar que hay cigala en el caladero, que se aprecian signos de recuperación de la especie y que el cierre de la pesquería es un dislate fruto de la falta de estudios sobre el crustáceo y, especialmente, de la metodología usada por los científicos para evaluar el estado de la población, que se basa exclusivamente en datos de descarga.

Ese trabajo recoge que los desembarcos de cigala han disminuido, cierto, pero sostienen que detrás de esa caída no se esconden cuestiones biológicas, sino razones puramente administrativas que hacen que esos peces «de papel» no se conviertan en reales. Han constatado que esa disminución de los desembarcos arranca en el 2012. Desde entonces hasta ahora han caído un 60 %. Y justo aquel año fue cuando entró en vigor el plan de gestión del arrastre en el Cantábrico, con su reparto de cuotas individuales transferibles (ITQ) por embarcación. En el caso de esta modalidad de flota, las especies se dividieron de forma lineal entre las embarcaciones. Todas llevaron su parte de lirio, de jurel, de merluza, de cigala... Todas, independientemente de que pescasen en pareja -lirio y nada de cigala-, se dedicasen al jurel -para las que el crustáceo supone el 0,68 % de sus capturas- o se tratase de bakas de arrastre demersal, para las que sí es importante la cigala -el 3,78 % de sus capturas en el 2016-. 

Diez afectados de 80 barcos

Así, de los 80 barcos de arrastre de litoral que quedan en el Cantábrico, son unos 10 los que consumen íntegramente la cuota -de 434 kilos el año pasado-. Y a pesar de que realizan intercambios con otras embarcaciones, lo cierto es que queda infrautilizada, porque los armadores, por la razón que sea, deciden no venderla, ni cederla, ni intercambiarla. Por eso dicen que son razones administrativas las que han provocado la caída de las descargas.

El dato definitivo de que la cigala no está tan mal como lo pintan los científicos del ICES (Consejo Internacional para la Exploración del Mar), artífices de la recomendación del TAC cero, es que, en la unidad funcional 25, donde la capturan los barcos gallegos, han elevado del 1,45 % del 2015 al 3,78 % del 2016 el porcentaje sobre los desembarcos totales. También se ha incrementado la captura por unidad de esfuerzo y si en el 2015 era de 6,46 kilos por hora, en el 2016 subió a 10,81. Hasta han pescado más aquellos que no se dirigen a la especie (0,27 kilos frente a los 0,18 del 2015).

Con todos esos datos, los armadores aseguran que es posible pescar cigala en Galicia como se hacía antes del 2012 -en el que el TAC aprobado era de 91 toneladas- sin que la pesquería se resintiese.

Un informe que los armadores pondrán sobre la mesa del ICES

Con el trabajo aún caliente bajo el brazo, los arrastreros de la organización Pescagalicia -la promotora del informe- se presentarán el próximo 5 de mayo en la reunión que el grupo de trabajo de demersales del ICES celebrará en Cádiz. Es la primera vez que los armadores se presentan en un foro así, con un estudio con información directa sobre el estado de una pesquería. Toda una indirecta para subrayar que, pese a todos los recortes en investigación, convendría realizar «un análisis en profundidad sobre la cigala de la unidad funcional 25 que tenga en cuenta las tendencias históricas, los aspectos biológicos y los socioeconómicos», así como el impacto de las cuotas individuales. Ese mismo informe se llevará el 10 a Oporto, para presentarlo en la reunión del Consejo Consultivo de Aguas del Sur. 

Peso socioeconómico

El trabajo recopila todas las vedas y limitaciones que tiene el arrastre en el Cantábrico, desde la prohibición de usar tren de bolos, la veda temporal frente a A Coruña, la reducción del esfuerzo pesquero -que pasó de 264 días en el 2005 a los 126 de este año- y la importante disminución del número de flota, hasta la importancia socioeconómica que reviste la cigala para esa decena de barcos, que proporcionan empleo directo a unas 150 personas e indirecto a medio millar. La cotización media de la especie se situó en los 16,50 euros el kilo, con lo que «supone un importante ingreso aunque la cuota asignada sea escasa». Si se compara con la merluza, su cotización es un 300 % superior. Así que, como dice Torcuato Teixeira, secretario xeral de Pescagalicia, es hora de «aplicar un principio de precaución para o sector».