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Cerqueros gallegos surten de anchoa a las conserveras para sus delicatesen

e. abuín REDACCIÓN / LA VOZ

SOMOS MAR

Pescadores e industriales coinciden en calificar de históricas, por cantidad y calidad, las capturas de este mes

25 may 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

«Dicen que hay cosas que solo pasan una vez en la vida y, desde luego, ni los más mayores recuerdan una semana como esta». Es un extracto del texto colgado el 13 de mayo en su Facebook por Anchoas del Cantábrico Codesa, una empresa de Laredo (Cantabria), varias veces laureada por la calidad de sus productos, y que hace bandera de la mejor materia prima y del método tradicional y artesanal de elaboración para poner sus semiconservas de anchoa en las mejores mesas. Fue una de las firmas que con mayor regocijo recibió la aparición de un bocareu espectacular, idóneo para llenar latas con su sello. Ni que decir tiene que pujó sin rubor por ese bocarte de abril, «terso, sin tripa, con un tamaño y un lomo descomunal», ideal para colmar las variedades gourmets y otros productos delicatesen.

No fue la única conservera sorprendida. Ni la única interesada en hacerse con las piezas de excelencia. Lo demuestra el alto precio que alcanzó la especie en las subastas. Hasta 9 euros llegaron a ofrecerse por el kilo de una anchoa de las que con solo 23 ejemplares se hacía un kilo. Por dar una idea, el precio de la que se está subastando ahora, de una talla que hay que reunir al menos 40 piezas para que a báscula arroje el kilo, se dispensa a 1,20 euros.

Pero por producto como el que se capturó en la semana del 8 al 12 de mayo «bien vale la pena pagar», colgó la empresa que dirige José Luis Ortiz, que ya ha metido el bocarte en el barril comenzando su proceso de curación. Adquirió 578 cajas, casi 6.000 kilos, al barco Abra de Aguiño, con base en Ribeira, que abonó a 7,15 euros el kilo.

«Parecían sardiñas»

Los mismos profesionales no ocultan su asombro: «Había anchoas que parecían sardiñas», explicaba este miércoles Eduardo Carreño, de Portosín, que participa en la costera. La flota dio con un banco de pescado grande frente a Cantabria. Una mancha abundante, además. «Os barcos fixeron cartos», admite Carreño, que recuerda que la lonja de Santoña se vio desbordada. Tanto, que «non tiña caixas para o peixe, nin xeo», porque la fábrica no daba abasto.

Lo malo es que la racha fue flor de un día. Bueno, de siete. El fin de semana disipó el rastro del banco. En la vuelta al mar, los cerqueros pusieron rumbo al oeste, pero no dieron con él. Y viraron 180 grados para regresar al País Vasco, atraídos por las cotizaciones que un mercado de fresco desabastecido aupó hasta los 2 y 3 euros por ejemplares de más de 40 granos. ¿Resultado? «Que al día siguiente cayó el precio a 70 céntimos», explica José Luis Ortiz.

El director de Conservas Codesa -que recientemente ha dejado su cargo como presidente de la asociación de conserveros de Cantabria- airea su preocupación por que la flota se conforme con descargar pescado que, en muchas ocasiones, no llega a los 55 granos por kilo que han pactado las federaciones de cofradías del Cantábrico. En Ondárroa «se negaron a vender las capturas de un barco porque no alcanzaban ese calibre», asegura Ortiz, que lamenta que después de unas operaciones de trasvase de unas cajas a otras y limpieza de los ejemplares más pequeños pasó la criba y se comercializó.

Se trata de producto que se destina a congelar, a preparar como boquerón a atender la demanda de italianos y marroquíes, «a mercados baratos que no saben qué es una anchoa», comenta.

La conserva española busca piezas de más de 40 granos. Y «paga bien por ellas». Pero se inquieta porque ve que el TAC (total admisible de capturas) se va agotando y no han podido cubrir, ni por asomo, sus necesidades de materia prima. No es extraño entonces que Ortiz cruce los dedos para que aquellos barcos -algunos gallegos- que han puesto rumbo al oeste encuentren esa anchoa como la que hacía mucho que no veían en la costera de primavera.