«Brexit» al compás de la incertidumbre y la espera

Paloma Ferro
Paloma Ferro REDACCIÓN / LA VOZ

MERCADOS

Juan Salgado

Las empresas gallegas con intereses en el país británico siguen sin saber qué normas regularán la salida del Reino Unido de la UE; la mayoría apuestan por abrir mercado en otros países para compensar

01 feb 2017 . Actualizado a las 11:13 h.

El 23 de junio del 2016 los ciudadanos del Reino Unido dijeron «sí» en referéndum a su salida de la Unión Europea. Quizá por inesperada (las últimas encuestas se inclinaban por la permanencia), la apuesta por el divorcio se tradujo en conmoción. El Viejo Continente se quedó sin respiración, las bolsas se removieron, los analistas lanzaron predicciones apocalípticas. Era un día histórico, rupturista: el brexit había llegado.

 Pero el brexit no es un evento, sino un proceso. Largo, macerado por el juego político, influido por decisiones que no se toman en la isla, ni siquiera en Europa. Un puzzle tan complejo como impredecible. «La incertidumbre genera dos comportamientos -explica Gonzalo Gómez Bengoechea, profesor de Economía de Icade-; entre las empresas que ya tienen relaciones con el Reino Unido, esperar y ver cuál es el acuerdo comercial. Entre las que se plantean actividades en ese país, la cautela se traduce en inacción».

Medio millar de empresas gallegas exportan regularmente al Reino Unido. Es el cuarto mayor mercado exterior para Galicia y mueve unos 1.000 millones de euros al año, principalmente ligados a productos industriales y tecnológicos, bienes de consumo y productos agroalimentarios. Según datos de la Consellería de Economía e Industria, el peso de las exportaciones gallegas al Reino Unido es actualmente del 8 % y el número de exportadoras regulares al país ha crecido en el 2016. Los datos son optimistas, pero se refieren solo hasta el mes de noviembre del 2016, apenas cinco meses desde el «sí» al brexit. Un período demasiado corto para valorar un impacto que el Fondo Monetario Internacional prevé que sea evidente a partir del 2018.

PENDIENTES DEL ARTÍCULO 50

Para que el brexit sea una realidad, Reino Unido debe invocar el artículo 50 del Tratado de Lisboa, lo que prevé hacer antes de finales de marzo. Pero ese paso solo será una formalidad más, no define las normas. La Unión Europea deberá negociar entonces con el Reino Unido cuáles serán los principios que regirán sus relaciones comerciales. Ante una situación inédita, los economistas barajan dos escenarios: el brexit duro y el brexit blando. «Lo más probable es que se firme un acuerdo ventajoso para ambas partes. Pero obviamente se producirá un empeoramiento de las condiciones, debido a aranceles, impuestos y cuotas que dificultarán las exportaciones al Reino Unido», explica Gómez.

Para Xosé Carlos Arias, economista del Foro Económico de Galicia, importa el fondo, pero también las formas porque «dependerá tamén de se o corte é limpo ou sucio, se na negociación tódalas partes saen contentas ou se hai ameazas como estratexias negociadoras».

Pero en este proceso, no solo hablarán Reino Unido y Europa. La red política es complicada. A nivel nacional, ya no decide una sola persona. La primera ministra británica, Theresa May, apostaba claramente por el brexit duro, dejando al país fuera del mercado único. Pero el Tribunal Supremo británico le ha dicho esta misma semana que son los parlamentarios los que tienen ahora la legitimidad para darle forma a la ruptura. Con todo lo que eso significa teniendo en cuenta que la Cámara de los Comunes se oponía mayoritariamente al brexit. Podrían evitar los aspectos más polémicos de la salida de la UE.

Del otro lado del charco llegan ecos proteccionistas que podrían generar un efecto contagio. El nuevo presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha roto el acuerdo comercial Transpacífico y se plantea cancelar otros. «Se un actor tan importante como Estados Unidos é secundado nas súas estratexias proteccionistas por Reino Unido ábrense interrogantes importantes. Unha oferta de tratado de libre comercio de Estados Unidos a Reino Unido cambiaría todo», advierte Xosé Carlos Arias. Ese acuerdo bilateral daría alas al Reino Unido para aislarse de Europa y endurecería su posición de cara a la negociación.

En medio de este avispero estratégico, la realidad económica se abre paso y ya deja huella. La primera consecuencia tangible para las empresas gallegas con intereses en el Reino Unido ha sido la depreciación de la libra frente al euro. Ha caído más de un 11 % desde el día del referéndum. Esto significa, por un lado, que a los británicos les sale más caro comprar productos gallegos. Por otro, que los productos fabricados en Reino Unido son ahora más baratos aquí, dificultando la competitividad de los nuestros. Es decir, el daño es doble: los productos gallegos son menos atractivos en el Reino Unido y también en España allí donde compiten con los británicos.

No todo son malas noticias. Los expertos señalan algunas ventajas de esta situación. «Las empresas que tengan base en el Reino Unido y puedan exportar desde allí en libras, pueden verse beneficiadas por el abaratamiento de la moneda inglesa mientras no dependan mucho de importar productos de la zona euro», puntualiza Gómez. «Importantes actividades económicas sairán do Reino Unido. Hai servizos financeiros que non teñen sentido nun país illado», asegura Arias. «Por iso durante os últimos meses desmantelouse boa parte da City londinense. Aí hai oportunidades, pero Galicia rascará pouco». Para este economista, está claro que la comunidad gallega padecerá particularmente el brexit, porque «a economía galega é unha economía volcada ao exterior, as exportaciones representan o 32 % do PIB da comunidade».

Las grandes empresas, en principio, tienen más margen de actuación porque para ellas el Reino Unido es solo un mercado más y si falla, siempre pueden compensarlo con otros. Pero más que del tamaño de la empresa, de lo que depende que el aterrizaje en el brexit sea suave o bacheado, es de la proporción de la actividad vinculada al Reino Unido. Por eso la recomendación general que se está formulando en estos momentos es la de buscar alternativas. «La mejor manera de no depender de lo que ocurra en un mercado en concreto es la diversificación geográfica. Las empresas diversificadas notarán menos el impacto del brexit», aconseja el profesor de Icade.

¿Pero qué estrategia están siguiendo las empresas gallegas? Difícil responder. Las grandes, como Inditex, declinan valorar mercados concretos. O evitan entrar al detalle. La maderera Finsa, exportadora al Reino Unido desde los años 60, admite estar anticipando medidas ante un brexit duro, pero no especifica cuáles son. La ourensana Coren prefiere ser optimista, ya que recuerda «que la producción cárnica británica no cubre la demanda del país, sino que tiene la necesidad de importar el 50 % de lo que consume». Si hablamos de pymes, la sensación general es de desconcierto. El mismo o mayor que hace siete meses. Renuncian a parte de sus beneficios para seguir siendo competitivas o asumen que será inevitable en el futuro mientras siguen a la espera de que los de arriba decidan establecer las reglas del juego.