La electricidad habla chino

Fátima F. Piñeiro REDACCIÓN / LA VOZ

MERCADOS

ALBERTO LÓPEZ

Un tercio de la ya de por sí incomprensible factura de los consumidores está sometido a un mercado caprichoso que se encarece cuando hace buen tiempo y se abarata con el viento y la lluvia

13 feb 2017 . Actualizado a las 07:34 h.

Un mercado que marca 720 precios diferentes cada mes, tantas como horas tiene ese período, determina alrededor de un tercio de la factura de la luz que abonan 25 millones de hogares en España. Esa especie de zoco de la electricidad no es exclusivo de aquí, existe en otros 22 países, pero en ningún otro se aplica directamente sobre el recibo de los clientes domésticos. ¿Es esto bueno o malo? O ¿desde cuándo está en vigor este sistema? Estas y otras cuestiones tratarán de despejarse a continuación.

1TODO EMPEZÓ EN DICIEMBRE DEL 2013 ENTRE SOSPECHAS DE MANIPULACIÓN. Hace poco más de tres años, el Ministerio de Industria decidió anular para siempre las subastas trimestrales que hasta entonces determinaban el precio de la electricidad de los consumidores domésticos. Esas pujas eran independientes del mercado, pero las primeras se miraban en el segundo para alcanzar sus resultados. Y ocurrió que el precio de la energía durante ese mes se disparó de tal modo que el recibo de la luz subiría un 11 % a partir del mes siguiente. El Gobierno actuó ante las sospechas de manipulación del mercado, anuló las subastas y se dio tres meses para pensar un sistema alternativo. Finalmente, el ministerio echó mano de la referencia que ya existía, y sobre la que acababa de arrojar dudas. Las cotizaciones diarias del mercado van a misa desde marzo del 2014. A partir de entonces, los consumidores pagan el kilovatio hora consumido al precio real de mercado.

2PROS Y CONTRAS. Posibles manipulaciones aparte, un punto a favor del mercado mayorista es justamente que se pague la cotización real del kilovatio hora consumido. No hay otra referencia más exacta ni más justa. El principal inconveniente es que la volatilidad de ese mercado se traslada directamente a la factura de los consumidores, que se ha vuelto casi completamente impredecible. Existen ofertas con tarifas planas, pero esa predictibilidad cuesta dinero y son más caras.

3SUBIDONES Y DESPLOMES EN MENOS QUE CANTA UN GALLO. El mercado donde se negocia a diario la compra y venta de energía sube y baja con una facilidad pasmosa, porque es hipersensible a los factores meteorológicos. Si llueve y hace viento, el precio se abarata; y si no lo hace, se encarece, pues aplica un sistema marginalista que propicia que las últimas tecnologías en colocar su producto, siempre las más caras, marquen el precio medio final. Las renovables son las primeras en verter su producción, y luego las nucleares. Si la energía que ofertan no es suficiente para cubrir la demanda prevista se echa mano ya de las centrales de carbón y, por último, de las de ciclo combinado. Estas dos últimas tecnologías son más caras que el resto y su aportación es importante, harán subir el precio. Esto es lo que pasó en enero, cuando el recibo de la luz se encareció casi un 30 % en relación a un año antes.

4LO QUE PASA EN EL RESTO DE EUROPA. Pasa que tienen mercados como el español que también aplica ese sistema marginalista de precios, pero la diferencia es que solo aquí repercuten directamente sobre una parte de la factura eléctrica de los consumidores domésticos. Sí se aplicaba ya antes de marzo del 2014 en el sector industrial.

Galicia cuenta con dos ciclo combinado; en la foto, el de As Pontes | josé pardo

Costes fijos y dos impuestos hipotecan el recibo por decisión del Gobierno

El mercado mayorista es importante para los consumidores, pero en realidad el precio de la electricidad consumida es casi lo de menos, pues solo representa un tercio de todo lo que paga en una factura. La mayor parte son costes fijos incorporados por el Gobierno para sufragar gastos de su política energética. Como las primas a las renovables, la amortización del déficit del sistema, la moratoria nuclear, entre otros. Según el último informe de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), todavía quedan por abonar 1.137 millones de euros por la deuda acumulada durante las últimas décadas. Esos cargos hacen de España uno de los países de la Unión Europea con la electricidad más cara.

Dos impuestos

La factura de la luz también incluye un IVA del 21 % y un impuesto especial de electricidad del 5,1 %.

Las compañías eléctricas llevan años proponiendo retirar del recibo que pagan los consumidores domésticos algunos de estos cargos fijos, pues no hay otra manera de abaratar la tarifa eléctrica.

Otras propuestas pasan por reducir el IVA y modificar el funcionamiento del mercado para que las tecnologías más caras no sean las que marquen el precio diario.

El Gobierno no tiene previsto acometer, de momento, ninguno de estos planteamientos.