Nosotros somos la solución

Venancio Salcines PRESIDENTE DE LA ESCUELA DE FINANZAS

MERCADOS

09 abr 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

El Gobierno, lleno de orgullo, anunció el pasado martes: «La afiliación a la Seguridad Social crece en 161.752 ocupados, cifra récord en un mes de marzo». Todos, por un medio u otro, nos enteramos, pensamos que «esto va más o menos bien» y para adelante, la vida continúa. Alguno, más inquieto, se preguntó: «¿Y nosotros qué?». También bien. En los doce últimos meses hemos aportado a la Seguridad Social 18.585 cotizantes. No está nada mal. A este ritmo, con un poco de viento de cola, podremos llegar al sueño del presidente Feijoo: 100.000 nuevos cotizantes para esta legislatura. Ambicioso el presidente, y es lo correcto. Galicia no se merece presidentes que no tengan ambición de país.

Ahora bien, ¿Qué pensaría usted si le dijese que una autonomía que tiene un tercio de los habitantes de Galicia ha generado 23.112? ¿Y que una que es el triple que nosotros está en 106.253? Está claro que aquí pasa algo. Y es que pasa tanto que tenemos que empezar a recordar, porque un día lo supimos, que hay dos Españas. Sí, dos ritmos, dos velocidades, dos Españas. Está bien hablar todo el día de lo que dijo Puigdemont en una entrevista a una televisión de Qatar. Pero a mí, lo que me preocupa, es España, en mayúsculas, no con la boca grande, como hacen algunos engominados del barrio de Salamanca. A los que respeto, pero no deseo que gobiernen mi vida ni mi sentimiento de país.

Galicia, Asturias, Castilla y León, Extremadura y, en menor medida, Cantabria no consiguen caminar, en generación de empleo, al ritmo del resto de España. Nosotros, ni aún creciendo en términos de PIB a tasas francamente altas, conseguimos igualar la velocidad de crucero de la punta de lanza de España. Es más, ahora mismo, siete autonomías están generando empleo al doble de velocidad que nosotros o que Asturias o que Castilla-León o Extremadura. Algunos multiplican prácticamente por tres nuestra tasa de crecimiento de cotizantes.

Entonces, ¿Dónde estamos? No miremos para San Caetano. Soy el primero que cada vez que pisa la Xunta cree que va a entrar en ataque de histeria, pero, con todo, no está ahí el problema. Centre su mirada en el Parlamento de Galicia, ahí sí hay un problema, y serio. La bancada, sea cual sea su color político, es claramente estatalista. Creen que son ellos los que nos van a sacar de esta triste posición de furgón de cola. Y lo creen sinceramente. Pregúnteles qué harían para sacarnos de aquí. Le contestarán que la respuesta principal está en los presupuestos, que si más obra pública, nuevos puentes, autovías que vertebren, otra terminal de aeropuerto. Y aunque esas son respuestas, nunca deben ser principales.

España tiene que abordar un debate y Galicia otro. Es necesario hablar en Madrid, y hacerlo ya, de una discriminación fiscal positiva a la inversión privada en las autonomías con un PIB sensiblemente inferior a la media estatal. Así se construye España. Así se hace país. Y que no digan que están hartos de ser generosos, pues habrá que recordarles que las legiones de ingenieros, economistas, abogados, de los profesionales que impulsan sus tierras, provienen de nuestros hogares, son nuestros hijos.

Aquí toca entender que los únicos capaces de sacar a esta tierra, nuestro país, de su posición, somos nosotros y no la Administración pública. Galicia ganaría si el Parlamento se dedicase a simplificar leyes, borrar artículos y a entender que su papel ha de ser, en cuanto a la actividad económica, de regulador y que hemos de ser nosotros, los empresarios, los que seamos la fuerza motriz de nuestra tierra. Que ellos han de ayudarnos a trabajar y no observarnos como un caballo al que ponerle un bozal en la boca, para tirar de él mismo cuando lo consideren oportuno ¿Qué buscan? ¿Cabalgar sobre nosotros?