Un escaparate frente a las sanciones

Sara R. Estella PIONYANG

MERCADOS

Kim Jong-un alardea de la capacidad de autoabastecimiento de Corea del Norte para reafirmar su programa armamentístico; La Voz visita Piongyang las principales infraestructuras del país

23 abr 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

El mundo feliz de Kim Jong-un es un escaparate en el que se suceden un buen número de tiendas, restaurantes o barrios con modernos rascacielos coronados con luces de neón. En apenas un año, la oscura y sempiterna noche de Piongyang se transforma en una forma más de propaganda. En plena escalada de tensión con Estados Unidos, y cuando sufre las mayores sanciones económicas en años por sus pruebas nucleares y balísticas, Corea del Norte usa a su capital para presumir de capacidad de autoabastecimiento.

La última vez que el régimen norcoreano abrió sus puertas a testigos extranjeros, los pocos comercios que se apreciaban se escondían detrás de cristales tintados, sin ningún tipo de señalización. Era mayo del 2016 y Kim Jong-un salía del histórico Congreso del Partido de los Trabajadores de Corea erigido en líder absoluto del país más aislado del mundo. En su discurso, con las directrices para la nueva era que se abría bajo su mandato, destacó la de lograr un país totalmente autosuficiente, capaz de abastecerse a sí mismo en un momento en que su último ensayo nuclear le había costado duras sanciones por parte de la ONU.

Esto, unido al bum de la construcción que ha promovido el joven dictador desde su llegada al poder en el 2011, ha transformado el perfil de Piongyang. Los megaproyectos comenzaron cuando se levantaron las torres Mansudae, conocidas como Pyonghattan, y continuó con el barrio dedicado exclusivamente a los científicos en la avenida Mirae, donde varias torres de vivos colores verdes, azules y rosáceos desembocan en el flamante Palacio de las Ciencias de Piongyang.

El último barrio, la avenida Ryomyong, más propio de un país desarrollado y no de Corea del Norte, donde dos tercios de su población vive en situación precaria según la ONU, se inauguraba hace unos días. «La construcción en un tiempo récord de esta calle era un compromiso de nuestro líder con el pueblo. Es una muestra de la velocidad de Corea para conseguir las cosas, aún en medio de las circunstancias más adversas», afirmaba en su discurso el primer ministro, Park Pong-ju.

Una de las joyas del plan de Corea del Norte para impulsar su producción y abastecer las necesidades alimentarias de su empobrecida sociedad es la enorme piscifactoría de siluros de Piongyang. «Cada año producimos 2.000 toneladas de peces pero este año, bajo el mandato de nuestro camarada Kim Jong-un, hemos aumentado a 2.500», explica a La Voz uno de los empleados. «Fabricamos incluso la comida de los peces, que es un compuesto químico para que crezcan más deprisa», añadía. Esta especie, muy famosa en la pesca de recreo en Europa, es capaz de superar el metro de longitud. Sin embargo, en Piongyang no hay tiempo para esperar y cuando alcanzan un kilo, se distribuyen a las tiendas.

Con visitas a parques acuáticos, al zoológico cuyo atractivo es una chimpancé que fuma o a fábricas de seda, Piongyang se esfuerza en negar lo que las oenegés y los observadores de Naciones Unidas certifican. En su último informe, publicado en marzo pasado, señalaban que las sequías del 2015, unidas a las graves sanciones, han provocado que la malnutrición en la población haya aumentado de forma grave.