El precio de medio siglo en guerra

Héctor Estepa BOGOTÁ / LA VOZ

MERCADOS

El Senado calcula que para ejecutar el acuerdo de paz en Colombia será necesario invertir 30.000 millones en diez años; el Gobierno prevé, no obstante, una mejora sustancial del PIB

30 abr 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Colombia está intentando dejar atrás cinco décadas de conflicto armado. El desarrollo económico del país ha estado condicionado por la guerra entre el Gobierno y la guerrilla durante más de medio siglo. Bogotá espera añadir entre uno y dos puntos porcentuales al crecimiento del PIB cuando el acuerdo de paz con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) se haya implementado completamente. Pronostica un aumento del turismo y de las inversiones. Muchos expertos avisan, sin embargo, que esa mejora podría no verse en el corto plazo.

Y es que la paz va a costar dinero. Según el Senado colombiano, serán necesarios unos 30.000 millones de euros en la próxima década para implementar lo pactado. Es más de la tercera parte del presupuesto anual del país. Parte del dinero ya ha sido invertido en aclimatar los 27 puntos donde la guerrilla se desmoviliza estos días. Habrá también que garantizar su seguridad cuando dejen las armas, además de favorecer su ingreso en la vida civil. Esa inversión, la mejor para el país según el presidente Juan Manuel Santos, ha de hacerse en un contexto de desaceleración de la economía nacional debido al bajo precio del petróleo, básico para el presupuesto colombiano.

El PIB del país creció al 4,4 % en el 2014, justo antes de que comenzasen los problemas. En el 2015 repuntó un 3,1 %, por solo dos puntos el año pasado. Bogotá creía que contaría con más ingresos para implementar los acuerdos. La falta de ingresos fue paliada por un recorte presupuestario del 3 % y con una reforma tributaria aprobada a principios del presente curso. El IVA subió tres puntos, hasta el 19 %.

Los cálculos son más optimistas a medio y largo plazo. La mejora en la asignación de recursos y el aprovechamiento de todos los insumos de producción disponibles añadirían hasta dos puntos anuales al PIB cuando se implemente el pacto, según un informe del banco de Bogotá. «La desmovilización tendrá un impacto positivo. La guerrilla se retiraría de algunas zonas donde el Estado no ha podido llegar con inversión», comenta Camilo Silva, gerente de la agencia Valora Inversiones.

Buena parte de la Colombia rural se encuentra sumida en el subdesarrollo. La carencia de infraestructuras es crítica, debido al conflicto armado. Solo Bogotá produce el 25 % del PIB del país, uno de los más desiguales del mundo. Buena parte de la inversión en escuelas y hospitales en las zonas rurales saldría también del presupuesto nacional.

El Gobierno está construyendo, en cualquier caso, alianzas público privadas para llegar a esas regiones. Bogotá tiene programado invertir unos 5.100 millones de euros en infraestructuras en los próximos años, atrayendo a numerosas empresas internacionales. La atención es máxima. El país está considerado como el segundo mejor lugar de América Latina para hacer negocios, superado tan solo por México.

Otro de los puntos fuertes es la reforma agraria pactada por el Gobierno y las FARC: «Es básica para la economía rural. La clave va a estar en que llegue con industrialización. Las zonas donde se cultiva están muy aisladas. Es difícil sacar los productos de allí. No hay obras viales importantes que lo permitan», razona Silva. Colombia produce 32 millones de toneladas de alimentos al año, pero importa 11 millones de toneladas. El autoabastecimiento es un reto.

Bogotá destaca también el dinero que se liberaría en seguridad para otras inversiones: «Todo dependerá de que esos recursos se descentralicen», apunta Silva. La reducción del presupuesto en seguridad no será inmediata. En las regiones más afectadas por el conflicto todavía existen reductos de grupos paramilitares, otras guerrillas como el ELN -la negociación de paz está en las primeras fases- y organizaciones de narcotraficantes con las que lidiar en un país que tiene ante sí grandes retos.