Ser europeísta

Dolores Riveiro DIRECTORA DEL DEPARTAMENTO DE FUNDAMENTOS DA ANÁLISE ECONÓMICA DE LA USC

MERCADOS

07 may 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Al margen de lo que está detrás del antieuropeísmo de Marine Le Pen, que eso sí que da miedo, la propia posibilidad de que un país abandone la UE asusta, y no solo a Bruselas, que se implicó en la campaña apoyando a un candidato europeísta aunque no se sepa muy bien qué más, sino a muchos ciudadanos.

Para estos ciudadanos, el establishment europeo no es más respetable que el de sus países ni los políticos europeos más creíbles, pero más vale malo conocido. Salir de la UE es un salto al vacío, no está previsto ni cómo se sale ni qué pasa después. La integración europea fue concebida como una unión indisoluble: están muy claros los criterios para entrar, pero no se planteó qué hacer si uno quiere salir. No parecía necesario. Pero si la unión ya no es indisoluble, como ha evidenciado el brexit, habrá que dotarse de una ley de divorcio que especifique las condiciones para la ruptura y, en particular, cuáles son los costes y quién debe asumirlos.

Es evidente que el ascenso del antieuropeísmo es un síntoma, el verdadero problema son las razones por las que muchos ciudadanos lo apoyan. Pues, en esencia, la posibilidad de que la UE se desintegre se da porque no está integrada. Para que eso ocurra, el proceso de integración debe llevar a una convergencia real. No solo a la convergencia interregional, a la que con más o menos éxito se ha dedicado la política regional europea, sino intraregional. Es la creciente desigualdad la que provoca el rechazo de los desfavorecidos al sistema que la generó. Los que ahora apoyan el Francia para los franceses, los mismos que los del America first, son los desfavorecidos franceses a los que es fácil convencer de que tienen más derechos que los de otros países europeos y, por supuesto, del resto del mundo. ¡Claro que les iría mejor si se convenciesen de que tienen los mismos derechos que los franceses favorecidos! Pero no parece haber nadie interesado en que reclamen esos derechos. No basta con apoyar a Macron y felicitarse porque la opción europeísta ha triunfado, de momento. Hay que dar sentido a lo que significa ser europeísta.