Humedales artificiales, la depuración integrada

Alfredo López Penide
López Penide PONTEVEDRA / LA VOZ

MERCADOS

Una empresa ourensana, pionera en Galicia en el uso de una tecnología medioambientalmente sostenible; los costes de mantenimiento y de explotación, en principio, son menores que los de una EDAR tradicional

07 may 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

A primera vista, todo indica que es un espacio tomado por juncos. En realidad, se trata de un humedal artificial para el tratamiento de aguas residuales, una técnica en la que la empresa ourensana Ecolagunas ha sido pionera en Galicia. Aunque la tecnología existe desde hace más de medio siglo, lo cierto es que su implantación en la comunidad es relativamente reciente. ¿El motivo? «Se han cometido errores de diseño y se creyó que no funcionaba. Por eso no ha tenido mucho éxito en España esta técnica, pero el problema es que no estaban bien diseñadas», apunta Luis Felipe Fernández Fernández, responsable de la firma.

Lo que más llama la atención de esta alternativa a las estaciones depuradoras tradicionales es la ausencia de olores -«es la pregunta que todo el mundo se hace», reconoce Fernández-. El municipio de Campo Lameiro ha sido el primero en la provincia de Pontevedra en apostar por esta técnica. Desde hace casi un año, los aproximadamente 150 vecinos de Praderrei se benefician de este humedal. Tal ha sido el impacto que el Concello del popular Julio Sayáns ya está terminando de construir el segundo humedal artificial, mientras piensa en el tercero.

Desde Ecolagunas señalan que las principales ventajas de este sistema de depuración -lo definen como extensivo o semiextensivo- frente al tradicional o intensivo se sitúan en el plano económico y en el medio ambiental. Por un lado, «en los costes de mantenimiento y de explotación la diferencia es impresionante. La mano de obra no tiene que ser especializada para el mantenimiento», remarca Luis Felipe Fernández, al tiempo que destaca que se trata de instalaciones «relativamente fáciles de construir, rápidas».

En cuanto al impacto medioambiental es, «incluso, beneficioso. Se integran en el paisaje. Al fin y al cabo, aparece como una zona verde». Deja claro que no son espacios propicios para el desove de los mosquitos «porque el agua no está en la superficie y, por tanto, no pueden hacer la puesta de los huevos». De hecho, asegura que son espacios que pueden resultar atractivos para las aves.

De igual modo, los costes de construcción suelen ser más económicos que los de las depuradoras tradicionales, si bien es un aspecto condicionado por el precio del terreno. Es en este punto donde se sitúa el principal inconveniente de los humedales tradicionales, «que necesitan más espacio. A cambio de reducir el consumo de energía, se amplía la necesidad de espacio».

Una tecnología que ya está implantada en núcleos de vecinos, polígonos y empresas

La depuración se basa en principios biológicos que fueron propugnados en los setenta por la doctora Kathe Seidel. Defendió entonces que el junco común podía actuar sobre algunas sustancias orgánicas e inorgánicas, así como atacar las bacterias presentes en aguas residuales.

Utilizando esta teoría como base, las aguas residuales pasan por un tratamiento previo para eliminar elementos gruesos y sólidos en suspensión. Acto seguido, se hace fluir por un lecho de grava aireado e impermeabilizado -se evita que pase al subsuelo- sobre el que crecen carrizos o caña fina (Phragmites australis). El agua «se reparte uniformemente por la capa subsuperficial, donde la materia orgánica y otros contaminantes son depurados gracias a la acción de una película de microorganismos que se forma sobre la grava», reseñaron en su día desde el Concello de Campo Lameiro. En ningún momento se emplean compuestos químicos.

Ya se ha implantado en otros municipios gallegos, caso de Petín o Palas de Rei, donde da servicio a una quesería artesanal, así como en Albacete o en Salamanca. Sus aplicaciones no solo se limitan a pequeñas poblaciones o empresas. En A Cañiza está operando el que, a todas luces, es el proyecto de mayor envergadura de Ecolagunas, donde el sistema se diseñó para recoger y tratar dos caudales de aguas residuales distintos: las procedentes del polígono industrial y las de seis núcleos de población, unos 340 habitantes.