La pobreza, también en cifras récord

Patricia Baelo BERLÍN / LA VOZ

MERCADOS

Casi 13 millones de alemanes, el 15,7 % de la población, viven en riesgo de exclusión social; el llamativo crecimiento entra con fuerza por primera vez en el debate político

07 may 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

El pasado febrero, Bill Gates aprovechó su paso por la Conferencia de Seguridad de Múnich para reclamar a los líderes mundiales un mayor compromiso a la hora de luchar contra la desigualdad del patrimonio. El magnate tecnológico se granjeó así la ovación de las autoridades alemanas. Pero la primera potencia europea, la misma que el año pasado creció un 1,9 %, que bate récords de empleo y que ostenta un superávit comercial capaz de desatar la envidia de todos sus vecinos, tiene hoy día el índice de pobreza más alto desde su reunificación en 1990.

Casi 13 millones de alemanes se encuentran en riesgo de pobreza o exclusión social, de los 81 millones de personas que residen en el país, lo que implica el 15,7 % de la población. Un porcentaje que llega a dispararse hasta el 22,4 % en Berlín, la capital que lleva el lema «pobre pero sexy», o el 17,5 % en el estado federado de Renania del Norte-Westfalia. Según el último informe oficial, desde el 2005 al 2015 la tasa ha aumentado un 2,1 % en todo el territorio federal, incluidos los prósperos länder sureños de Baviera y Baden-Württemberg. «Hablamos en términos de pobreza cuando la población queda forzada a vivir en la marginalidad o subsiste en la precariedad», explica el presidente de la Federación para la Paridad, aglutinante de varias ONG, Ulrich Schneider.

Alemania mete en ese saco a todos aquellos que perciben menos del 60 % de los ingresos medios del país, un límite que en el caso de un soltero se sitúa en 890 euros, y en el de una pareja con dos hijos, en 1.870. Los grupos más vulnerables son los jubilados, los desempleados, y las madres y padres que crían a sus hijos en solitario.

Asimismo, el estudio hace hincapié en el hecho de que actualmente el 28 % de los menores están amenazados por la falta de recursos, es decir 3,7 millones de niños y jóvenes alemanes. En muchos de los casos proceden de familias inmigrantes o de aquellas en las que ninguno de los progenitores posee una formación académica. «Las perspectivas de éxito siguen vinculadas a los padres», denuncia la presidenta de la Asociación alemana de Trabajo para la Infancia, Karin Böllert, quien pide una reforma del sistema educativo en este sentido.

Sobre todo, porque los niños que crecen en hogares de escasos recursos están condenados a convertirse en trabajadores de escasa cualificación a medio plazo y a percibir míseras jubilaciones en el futuro. Más aún dada la elevada presión fiscal y la inflación. Para frenar esa espiral, es necesario actuar en diferentes ámbitos, opinan los expertos. «Necesitamos viviendas de protección social para combatir la especulación inmobiliaria en los núcleos urbanos, necesitamos invertir en formación profesional y necesitamos una reforma del sistema de pensiones», subraya Schneider.

Por primera vez, el informe anual sobre pobreza contempla la relación que existe entre los recursos y la capacidad de influir en la sociedad. Aunque, tras varias rondas de negociaciones, el Consejo de Ministros alemán decidió eliminar la frase que defendía que las transformaciones políticas son más probables cuando «las apoya un considerable porcentaje de personas con ingresos altos». Los sociólogos han rechazado los retoques de este tipo que ha hecho el Ejecutivo de Angela Merkel en el documento, antes de hacerlo público, y aseguran que su única intención es la de vender cuentos chinos al electorado, en lugar de pasar a la acción.

Las oenegés han criticado el incremento de la pobreza en el país, que tacharon de escandaloso. No obstante, consideran positivo que la lucha contra la desigualdad y la exclusión haya entrado a formar parte de la campaña para las elecciones generales del próximo 24 de septiembre. «La cohesión social está en peligro y es correcto abordarlo ante unos comicios que definirán el próximo Gobierno», concluye Schneider.