Hablemos de los montes

Venancio Salcines VICEPRESIDENTE DEL CLUB FINANCIERO ATLÁNTICO

MERCADOS

29 oct 2017 . Actualizado a las 11:19 h.

Lugo y Ourense son, con Zamora, las tres provincias más envejecidas de la UE. Nada más que decir. Algo estamos haciendo mal o, mejor dicho, lo estamos haciendo mal por no hacer nada. Parece que los únicos que se mueven son nuestros hermanos cuando agarran su maleta y se dedican a recorrer el mundo en busca del hogar que aquí les negamos. Hay que hablar de muchas cosas, y de algunas ya hemos empezado a hablar, pero hay otras que no se desean poner encima de la mesa y mientras no lo hagamos tendremos hipotecado el futuro de una buena parte del rural de Galicia. Pienso en el monte gallego. Debemos saber que la cadena de valor de la madera aglutina, en Galicia, a tres mil empresas, genera 70.000 empleos y representa el 3,5 % de nuestro PIB. Todo esto lo ha conseguido sin el apoyo de la clase política, más bien diría que han llegado hasta aquí a pesar de ella.

¿Sabe cuántas propiedades forestales hay en Galicia? Unas 673.000. ¿Y sabe cuántas de estas están sujetas a una gestión forestal, es decir, están ordenadas? Cuatro mil. Es decir, tenemos más de seiscientos mil montes desordenados. Después nos extrañamos por tener incendios. Por cierto, ¿sabe dónde está la gran masa forestal de eucalipto de Galicia? En el norte de la provincia de A Coruña y en Lugo. ¿Recuerda qué zonas arrasó el fuego, tanto en el 2006 como este año? El sur de las provincias de Pontevedra y Ourense. Ahora, que alguien le pregunte al polémico director xeral de Montes dónde está la mayor densidad de bosque caótico, el que mide diez o quince ferrados, en donde plantaron en su día pino y/o eucalipto y al que van a visitar por verano. ¿Sabe cuántos incendios hubo en el norte de Lugo en aquellos días de pesadilla del 2006? Ninguno. ¿Y ahora? Ninguno. Los datos son suficientes. El que quiera seguir con los ojos vendados que siga, pero los que aman esta tierra y tienen luces suficientes para hablar de futuro, que saquen el debate a la luz pública. Necesitamos lógica económica que genere montes ordenados, y una orden también, pero primero la lógica y esta pasa por crear instrumentos que nos permitan crear grandes bosques privados y digo grandes porque aquí cualquier extensión que supere las cincuenta hectáreas se observa enorme. Y después hacerle la vida fácil al inversor. Este mismo miércoles me decía un conocido empresario de la madera, al que le quemaron un gran monte, que lleva un año esperando a que le den autorización para ir a talar madera quemada que se está pudriendo en espera de que un burócrata tenga a bien acordarse de él. Basta ya. Después le pediremos que siga invirtiendo en esta tierra, y seguro que lo hará, porque los gallegos somos así, afeitos a aguantar. Conselleira, ponga orden.

Al margen de ineficiencias públicas que provocan perdidas económicas a nuestros empresarios, ¿a alguien le entra en la cabeza que un alcalde tenga instrumentos jurídicos, si encuentra a los promotores oportunos, para crear barrios enteros y sin embargo no pueda crear un monte? Mañana llega a uno de nuestros ayuntamientos más deshabitados un inversor y propone crear, en el plazo de un año, un gran monte ordenado, que por estar sometido a una gestión forestal permanente será fuerza tractora de empleo, y tiene que decirle que no. No hay instrumentos para concentrar tierras de suelo rústico con fines forestales. Parece evidente que la Consellería do Medio Rural ha de mirar la legislación urbanística e inspirarse en ella para facilitar la creación de grandes masas forestales. Y alguien dirá: ‘¿Para qué?’ ¿Para que acaben en manos de un inversor? Que acaben en manos de alguien que respete nuestra legislación y punto. El resto me da igual, lo que no me deja indiferente es volver a la aldea de Lugo de mi esposa, y encontrar que allí ya no queda ni el vecino que le recordaba dónde tenía sus tierras.