Martha Thorne: «Galicia tiene una herencia de obras arquitectónicas muy acertadas»

Xesús Fraga
xesús fraga REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

La directora del galardón ofrece hoy una conferencia en A Coruña

23 oct 2014 . Actualizado a las 05:00 h.

Desde hace un decenio, Martha Thorne (Rochester, Nueva York, 1953) es la directora ejecutiva del premio Pritzker, el galardón más alto al que puede aspirar un arquitecto. Esta tarde participa en la Fundación Seoane de A Coruña (19.30 horas, entrada libre) en el curso Acerca da integración das artes, con la conferencia Y el ganador es... «Durante estos años he intentado adivinar a quién va a premiar el jurado, pero no he acertado casi nunca», bromea. A cambio, analizará el Priztker «con ojo crítico» dentro «del marco de la arquitectura actual».

-Desde el 2010 el premio se ha ido tres veces a Japón y otra a China. ¿Es en Asia dónde se está haciendo la arquitectura más interesante a ojos del Pritzker?

-Aunque el jurado nunca habla de dónde ha nacido un arquitecto, es cierto que China, y en ciertos momentos Japón también, tiene una economía que favorece la construcción de nuevos edificios y el desarrollo de nuevas ideas. Los premiados japoneses ejercen en un ámbito internacional y han demostrado que son capaces de entender culturas muy distintas y construir con éxito. En el caso de Shigeru Ban [Pritzker 2014], hay que destacar su obra para víctimas de desastres naturales o guerras, su exploración de viviendas temporales y de materiales cotidianos de forma novedosa, como los tubos de cartón.

-Si a ellos añadimos a Souto de Moura, ¿podemos decir que los Pritzker prefieren una arquitectura menos espectacular y de una mayor escala humana?

-Tenemos la idea de que en los años noventa y a comienzos de la década siguiente se produjeron unos excesos en la arquitectura, que muchos arquitectos buscaban edificios muy expresivos formalmente y sacrificaban la funcionalidad. Pero si miramos los Pritzker de esos años, tenemos a Murcutt, con una arquitectura muy doméstica y sostenible y a Utzon, que hizo la ópera de Sídney, pero también casas a escala pequeña muy pensadas. Luego están Hadid, Mayne, Nouvel... quizá esas tres personas experimentan más formalmente. El Pritzker no refleja exactamente tendencias que podemos ver en la arquitectura internacional.

-Arquitectos como Calatrava se han convertido en símbolos de ese espectáculo y la crisis ha pasado factura a proyectos como la Ciudad de la Cultura.

-No es malo que la crisis nos anime a reflexionar, pero hay que profundizar en los argumentos. Hay una tendencia a decir: arquitectura exuberante, no; arquitectura funcional y nada más, sí. Creo que en algunos casos como edificios como la Ciudad de la Cultura, sobredimensionados y formalmente llamativos, el fallo venía del lado del encargo, del cliente. No podemos culpabilizar a los arquitectos por el fracaso o por los presupuestos altos de ciertos edificios. Creo que el cliente que pide un símbolo de poder o una marca, que quiere comprar el nombre de un arquitecto y no un proyecto para la sociedad, comete el error de pedir a la arquitectura cosas que no reflejan su esencia.

-Hasta ahora, Rafael Moneo es el único español con un Pritzker. ¿Tendremos otro pronto?

-No puedo predecirlo [ríe]. Hay muchos países que aún no tienen ningún ganador. Por otro lado, el nivel de la arquitectura en España es muy alto. Si eso se traduce en un Pritzker nadie lo sabe, aunque no sé si es tan importante: fíjese, si me preguntan qué es lo más importante para la arquitectura en España, diría que la sociedad la apreciase más y se diese cuenta de su capacidad para mejorar la calidad de vida. También les diría a los arquitectos que se podría mejorar la comunicación de la profesión con la sociedad. Todo proyecto se beneficia de muchísimo diálogo, a veces lucha, con el cliente. Obliga al arquitecto a buscar el mejor camino y también permite al ciudadano apreciar mejor la obra.

-¿Qué opinión tiene de la arquitectura que se hace en Galicia?

-No tengo la experiencia suficiente para hablar de la arquitectura de Galicia y, por mi posición, tampoco me gusta dar nombres. Pero creo que Galicia tiene una maravillosa herencia, histórica y también más reciente del siglo XX, desde la transición por supuesto, de obras arquitectónicas muy acertadas.