Población y financiación municipal

| XAQUÍN ÁLVAREZ CORBACHO |

OPINIÓN

07 jul 2003 . Actualizado a las 07:00 h.

LA POBLACIÓN sigue siendo un indicador relevante para la financiación municipal. Así, el 87,5% de las transferencias regladas que los municipios reciben del Estado se cuantifican mediante la población, ponderada a su vez por un coeficiente multiplicador o por un índice de esfuerzo fiscal. La participación en los ingresos del IRPF, IVA y de ciertos impuestos especiales, que las ciudades recibirán a partir del próximo año, dependen igualmente de la población de derecho. El criterio de población se utiliza también para distribuir el 75% de los recursos integrados en el Fondo Autonómico de Cooperación Local. O sea, la población juega un papel significativo como indicador de necesidad de gasto, regulando a su vez los recursos y subvenciones que integran la hacienda municipal. Pero el indicador poblacional está hoy en crisis por la movilidad creciente de las personas, circunstancia que afecta tanto a la cuantía de los ingresos como a la dinámica de los gastos locales. Un ejemplo ilustrativo lo proporcionan las áreas urbanas, donde la movilidad intermunicipal por razones de trabajo, estudio, compras, ocio o relaciones sociales, es ya muy intensa. El impacto se visibiliza en la ciudad y genera efectos crecientes en el consumo y demanda de ciertos servicios públicos (carreteras, aparcamientos, transporte, regulación del tráfico, etc.), mientras la población residente sigue cuantificando el ingreso municipal. El turismo interior y exterior explica otro tipo de movilidad con repercusiones extensas e intensas en los servicios locales. Además de los mencionados, los servicios de limpieza, culturales o de ocio crecen también en los espacios turísticos. Sin embargo, los cambios normativos aprobados recientemente para fortalecer los ingresos de los municipios turísticos son una decepción con nula incidencia en Galicia. Finalmente, estaría la movilidad del fin de semana y la originada por la inmigración. La primera se asocia a las familias que disfrutan de segunda residencia; la segunda, al flujo y desigual distribución de una inmigración con dificultades para acomodarse en los registros públicos. Estos hechos presionan a su vez los servicios sociales, educativos, culturales, deportivos y de ocio que atiende la institución municipal.  En resumen, la creciente movilidad que lleva a cabo la población por razones diversas cuestiona hoy la variable más significativa utilizada para cuantificar los ingresos municipales. Pero la hacienda local se reforma y regula al margen de la realidad. Como si todavía faltara reflexión, sensibilidad o atención suficiente para afrontar con rigor los cambios que experimenta una institución cada vez más compleja y socialmente insustituible.