Nuestro Estatuto

OPINIÓN

21 feb 2006 . Actualizado a las 06:00 h.

LA VICEPRESIDENCIA de la Xunta de Galicia acaba de hacer público el resultado de una encuesta en la que demuestra que la gran mayoría de los gallegos quieren, necesitan, les es imprescindible la reforma del Estatuto de Autonomía, pero sin prisas, no hay urgencia. Al mismo tiempo, la encuesta asegura que una mayoría mucho más numerosa de gallegos están satisfechos con lo conseguido gracias al Estatuto actual. Consideran que ha mejorado mucho la calidad de vida en Galicia en las dos últimas décadas. No se puede negar que la encuesta nos muestra dos actitudes dispares y casi contradictorias. Si ha mejorado la calidad de vida, si han mejorado los servicios, si todo va bien, sería bueno saber cuál es la razón por la que una gran mayoría de los gallegos consideran que es necesario cambiar o reformar el Estatuto de Autonomía. Este tipo de sutilezas pueden demostrar que el ciudadano gallego está mucho más enterado de lo que parece sobre el funcionamiento legal y administrativo de nuestra autonomía, o que la encuesta no es nada fiable. Yo tengo que confesar que no sé en qué aspectos puede reformarse el Estatuto de Autonomía gallego para que mejore nuestra calidad de vida. No llego a detectar los conceptos que se deben cambiar o que se deben incluir en un nuevo Estatuto para que desaparezcan los impuestos especiales sobre el combustible, para que no suba el recibo de la luz, para que no suba el gas, para que aumente la rentabilidad, para que aumente el empleo, para que dispongamos de más dinero, para que baje el precio de los pisos. Reconozco que no sé qué artículos hay que incluir para que un enfermo no tenga que esperar varias semanas o meses para conocer el diagnóstico de su enfermedad, para que lehagan una radiografía o para que lo atiendan con la dignidad que se merece; para que la enseñanza en Galicia tenga más calidad, para que la Universidad tenga más prestigio, para que la justicia sea más rápida, para que los jueces sean más eficaces, para que desaparezcan el maltrato o la violencia doméstica, la violencia juvenil, para que aumente la solidaridad. Además, siempre me da la impresión de que los políticos buscan disculpas para no reconocer que hacen mal las cosas, o que son incapaces de hacerlas bien. Echan la culpa de sus deficiencias al sistema, a la falta de instrumentos, o a lo que sea, pero siempre ajeno a ellos mismos. Eso es lo que me parece la nueva disputa por el Estatuto de Galicia. Además, resulta que quien representa el 18 por ciento de los parlamentarios gallegos, es decir, el BNG, quiere ser el protagonista y arbitro, para definir el campo, establecer las reglas de juego y aplicarlas al Grupo Popular que es el mayoritario en el Parlamento Gallego. Y aún más: quieren que no estén presentes los periodistas, que no haya transparencia en las discusiones. Así voy a seguir sin enterarme de por qué es necesario un nuevo Estatuto de Autonomía para Galicia.