A festa no aire

| PABLO MOSQUERA |

OPINIÓN

13 may 2007 . Actualizado a las 07:00 h.

TRES CAMPOS da festa para entretenernos durante lo que queda de este mayo caluroso. Fiesta nacional en la que los grandes de la política hacen primarias de unas elecciones generales. Copan los informativos de las televisiones con la rancia cultura del insulto y la sospecha sobre la vida del contrincante político. Fiesta vasca en la que ETA vuelve a ser el primo de Zumosol, reservándose el derecho a intervenir como sabe y ocupando las páginas de los sucesos; los demás pendientes del voto disperso del nacionalismo radical o de los arrumacos con el PNV para conciliar acuerdos de gobierno en las instituciones forales y municipales que abran otra etapa de colaboración entre partidos nacionales y vascos extensible a Madrid. Fiesta local, en cada concello de Galicia, tras el cambio, por un escaño, de las autonómicas, con la incógnita de cómo ha sentado la nueva situación a los tres protagonistas. Al PP, el posfraguismo. Al PSdeG, la presidencia de la Xunta. Al BNG, la colaboración con los socialistas y su necesaria moderación. A festa no aire es una publicación del Concello de Xove. Un lugar mágico de A Mariña, con las más hermosas, por salvajes, playas del Cantábrico. Con un alcalde, don Jesús, al que su pueblo lo reconoce como a don Quijote enamorado de su Dulcinea, que es su pueblo, y cuya palabra es como la del caballero, herramienta independiente para luchar contra maleantes del ladrillo y tunantes de la especulación. A veces me dan ganas de empadronarme en este Xove de mis envidias. En medio de la fiesta de la participación ciudadana, la melodía de moda. El urbanismo insostenible, salvaje depredador del medio natural, espacio para la codicia y la corrupción. ¿Les habrá llegado su hora a los malayos de allá o de aquí? Nada más comenzar la campaña, dos constructores de A Mariña llaman por teléfono a posibles clientes ofreciendo apartamentos de 80 metros a un precio de 43 millones de las viejas pesetas en un edificio de cuatro alturas, al lado del faro de San Ciprián. Son dos torres -faro 1 y 2 - que impactan con el paisaje de la Atalaya, en otro tiempo zona verde, y que parece no importarles demasiado la situación creada en Foz y Barreiros, o las disposiciones aprobadas en el Parlamento de Galicia. Tengo curiosidad por ver cómo juzga el voto mariñano a los responsables de la agresión al medio y la imparable subida del precio de la vivienda. Siga la fiesta. Castígalos con tu voto.