Lo que se nos avecina

| ERNESTO S. POMBO |

OPINIÓN

15 jun 2007 . Actualizado a las 07:00 h.

VISTA la armonía que reina entre socialistas y nacionalistas por el asunto ese del voto emigrante; vista la cordialidad de la que hacen gala los alcaldables de ambas formaciones de Lugo; vistas las escasas discrepancias que mantienen estos dos socios en Ourense, también en A Coruña y, como no podía ser menos, en Vigo; visto el entendimiento que hasta el día de hoy han mostrado en Abegondo, Corcubión, Carballiño, Mugardos o As Nogais, por citar sólo algunos y vista la concordia, los cariños, las lealtades y las afinidades que se tienen los del Gobierno de la Xunta, como esto no se enderece nos esperan cuatro años en los que no va a haber producción suficiente de Trankimazín para mantenernos los nervios en su sitio. Si a todo ello añadimos que los populares van a seguir torturándonos con la letanía de que quien tiene que gobernar es la lista más votada, pues ya pueden imaginarse los cuatro años que se nos avecinan. Porque lo difícil y preocupante no es que hoy queden constituidos los ayuntamientos, después de todos los tiras y aflojas con los que nos han obsequiado desde el 27-M, los unos, los otros y los de más allá. Lo inquietante es aventurar lo que nos puede ocurrir en los próximos años, a la vista de cómo se han llevado a cabo algunas negociaciones, de cómo fueron las relaciones en experiencias anteriores y de cómo son entre los miembros do noso goberno, divididos tan claramente en dos bandos que hasta unos se permiten hablar en público de «la otra Xunta». No nos engañemos. El papeliño, también llamado pacto, que el presidente Touriño y Quintana firmaron, no es más que una declaración de intenciones. Y una cosa es lo que se diga en él y otra el día a día en ayuntamientos donde ya de antemano se sabe que la convivencia va a estar marcada por la desconfianza y la discordia y, en casos, por la enemistad personal. Así que vamos a ver si impera la cordura desde hoy mismo. Y no se cumple aquella máxima de Josep Pla de que «a veces los hombres empiezan a tener juicio cuando las cosas ya no tienen remedio».