De vampiros

Eduardo Riestra
Eduardo Riestra TIERRA DE NADIE

OPINIÓN

20 may 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

A Drácula lo trae a Londres de Tras os Montes -que no otra cosa significa Transilvania- Bram Stoker en 1897. El camino inverso había hecho Rosalía unos años antes, cuando se marcha a Madrid, y encuentra tierra de vampiros, que allí los gallegos «cando van, van como rosas, cando vén, vén como negros». Parece que Drácula contuvo al turco cerrándole el paso a Occidente en el siglo quince, cuando todavía se llamaba Vlad Tepes, el empalador. A nosotros poco nos contienen los de Madrid, más que el dinero, que ese sí que no lo dejan pasar. Drácula, además de en vampiro, también se puede convertir en lobo, como los que llenaron durante tanto tiempo las noches de nuestras aldeas de historias de terror a la luz de la lareira. A Galicia ha venido ahora Drácula de la mano de mi amigo el editor Jesús Egido, que comisaria una exposición en la Fundación Luis Seoane de A Coruña: Un monstruo sin reflejo. Cien años sin Bram Stoker. El escritor irlandés vivió una vida vampirizado por el actor Henry Irving, su admirado despótico patrón. Bram era matemático, es decir, de ciencias, pero escribió una de las novelas más importantes de la moderna literatura universal. Hoy nadie sabe quién era Irving, pero celebramos el centenario de Stoker. Es deseable que los vampiros que vengan a Galicia sean solo esos del cine y la literatura, Bela Lugosi, Christopher Lee. Que los reales se queden al otro lado de los montes, de Pedrafita, de los Pirineos, de los Cárpatos, que se queden en Transilvania.