Un pastor entre lobos

Andrés Precedo Ledo CRÓNICAS DEL TERRITORIO

OPINIÓN

17 jun 2013 . Actualizado a las 06:00 h.

Antes de ser papa, el cardenal Bergoglio hizo unas declaraciones que no fueron publicadas, y que ahora resultan de gran interés. Empezaba así: «Algunos políticos se han dedicado a endeudar a la gente creando un ambiente de dependencia. ¿Para qué? Para incrementar su poder. Son grandes expertos creando ideologías que fabrican pobreza y que deben ser denunciadas». Y añadía: «La educación es la gran solución al problema. Debemos enseñar a la gente cómo salvar su alma, pero también a evitar la pobreza y no permitir que el Gobierno los conduzca a ese penoso estado», y por eso «culpo a los políticos que buscan sus propios intereses». En otro escrito era todavía más rotundo: «Los banqueros, los políticos y los corruptos son la cara actual del anticristo».

Tampoco se ahorraba calificativos para la Iglesia romana con la que se encontró su antecesor. Lo describía así: «Luchas despiadadas, intrigas y turbias facciones entre grupos enemistados por razón del poder, fue a lo que Benedicto XVI trató de responder con valentía y decisión. Sus intentos fracasaron, porque la cultura y la inteligencia no son suficientes para enfrentarse al maquiavelismo de los intereses creados, ni a los poderes fácticos en el seno de la Iglesia. Benedicto XVI fue un pastor rodeado de lobos».

Hace tiempo que no oímos sentencias tan claras y valientes. ¿Quién se cree que la actual política de empobrecimiento social y de acumulación del poder y de la riqueza no es una estrategia que acompaña la globalización del capital? Los políticos europeos, incluida Merkel, no son más que, en el mejor de los casos, sicarios del capital, y en el peor, monigotes que el capital maneja, para lograr sus intereses. Es el mismo discurso que el de las voces que hablan del intento de destruir la democracia para poder aumentar el dominio sobre las estructuras políticas y sociales. No deja de ser curioso que cada vez que se restringen derechos sociales, se abren nuevas oportunidades para los negocios privados, en la sanidad, en la educación, en las pensiones etcétera. Todo indica que el mundo se mueve entre una dominación de las personas y de los grupos sociales y una insaciable acumulación del poder.

También dentro de la Iglesia es necesario el relevo de los actuales grupos de poder, internos y externos, que no son más que la versión religiosa del neoliberalismo económico. En esa línea va el nuevo consejo de apoyo al pontífice, entre cuyos obispos está un destacado franciscano gallego. Y también el próximo cambio de la cúpula episcopal española. De no ser así, volvería a reproducirse la escena de un buen pastor en una manada de lobos. Como le sucedió a su amigo.

Esto resulta sorprendente por proceder de una Iglesia con unas organizaciones anquilosadas y corruptas, pero además de Francisco muchas personas empezamos ya a coincidir en la denuncia de injusticias y abusos de los poderes fácticos. Si queremos modificar este estado de cosas, tendremos que estar cada día más comprometidos en propiciar ese cambio que el mundo actual necesita.