¿Somos localistas?

Andrés Precedo Ledo CRÓNICAS DEL TERRITORIO

OPINIÓN

08 abr 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Varios acontecimientos, particularmente las intervenciones de una concejala viguesa, han reverdecido el siempre latente discurso localista. Sin embargo, el localismo de las ciudades en Galicia es mucho menor de lo que a veces se refleja. Por mi experiencia, es un tema que está desapareciendo, o ya ha desaparecido, entre las generaciones jóvenes. Salvo, lógicamente, en las disputas futbolísticas que tanto contribuyen a animar el ambiente ciudadano, y sirven más de estímulo que de confrontación, a excepción de los radicalismos residuales de siempre. Tal vez en las generaciones mayores haya más rescoldos de un localismo insano que se manifiesta en múltiples direcciones, pero que no deja de ser un exponente de una mentalidad pueblerina ya superada. Yo, que conozco muchas ciudades españolas desde dentro, puedo afirmar que las rivalidades urbanas gallegas son similares a las que existen entre ciudades vascas (Bilbao-San Sebastián), entre ciudades asturianas (Oviedo-Gijón), entre ciudades andaluzas (Málaga-Granada-Sevilla), entre ciudades valencianas (Alicante con Valencia), Canarias con su Gobierno itinerante entre Santa Cruz y Las Palmas, e incluso entre Menorca y Mallorca en las islas Baleares. Podría contar muchas cosas y poner muchos ejemplos de cada caso, tanto de sus manifestaciones populares como del condicionamiento de tales situaciones sobre las políticas regionales y urbanas. Forma parte del sentido de pertenencia, de la propia identidad y de una autoestima tantas veces sobrevalorada. Asimismo no debemos olvidar que las ciudades, como las empresas, compiten unas con otras para atraer determinadas inversiones, organizaciones y nichos de empleo. Forma parte del proceso de desarrollo urbano. Que cada ciudad defienda sus intereses es normal; lo que ya no es tan normal es que para ello ataque o perjudique a las otras. Nunca llegan a ser problemas graves y se resuelven aplicando criterios objetivables, de equidad y sobre todo reforzando el conocimiento mutuo.

Lo que ya es más preocupante es lo que hace tiempo está pasando en Galicia, porque mientras los localismos ciudadanos remiten a la normalidad, aumentan los localismos políticos y aún más ciertos localismos mediáticos. Diarios y televisiones locales, casi siempre al servicio de políticos mediocres y de intereses clientelares, están atizando los localismos de una manera inadmisible en una sociedad avanzada. Aquí no las voy a enumerar, pero les sorprendería la cantidad de intervenciones públicas y de papeles de todo tipo de autoridades ciudadanas y también portuarias que se han enrocado en ese localismo estéril, que no hace otra cosa que crear perjuicios y aportar irracionalidad a la toma de decisiones, contribuyendo a retroceder, al compás de tantas actitudes de políticos individuales, a una Galicia caciquil o neocaciquil, los ahora llamados cacicatos, que ya hace mucho tiempo debería haber sido superada. Unos se amparan en una visión de país que siempre juega a su favor; otros, en una lógica manipulada de intereses personales o de grupo, y las más, en una incapacidad para asumir que los logros de los otros son logros de todos. Y siempre en la mediocridad. Y eso es lo que hay que erradicar.