Los que pueden

OPINIÓN

13 jun 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

En la transición, los partidos políticos y la mayoría de los votantes excitaron los sentimientos democráticos acentuando la ausencia de derechos en la dictadura y su prevalencia en la democracia.

La consecuencia ha sido cuarenta años inculcando a las nuevas generaciones que todo eran derechos y que había pocas obligaciones, ni siquiera la mili o su alternativa de otros servicios sociales en beneficio de la comunidad. Derecho a una educación pública gratuita, de calidad y con aprobado general; derecho a una sanidad pública gratuita y de calidad; derecho a guardería, a vivienda, a trabajo estable y seguro, a transporte público, a servicios sociales, a ocio. Tanto fue el cántaro a la fuente que, cuando llegaron la crisis y sus funestas consecuencias asociadas, lo que habían sido derechos para todo se convirtió en copago para casi todo y la gente descubrió que los títulos educativos obtenidos sin esfuerzo no garantizaban un puesto de trabajo, que las hipotecas que con tanta alegría se concedieron había que devolverlas. Y entonces aumentaron exponencialmente los desahucios, los copagos, los impuestos, la pérdida del trabajo y las listas del paro.

Y quienes habían construido la democracia pregonando que era un sistema de derechos y de escasas obligaciones, se encontraron enfangados en la corrupción y teniendo que decir que no se puede no pagar la deuda, no se puede no pagar la hipoteca, no se puede no pagar el recibo de la luz y del gas, no se puede no pagar la comida, no se puede no dejar de ayudar a los bancos porque si quiebran la gente se queda sin sus ahorros, no se puede...

Y un día el votante descubrió que estaba desnudo y salió a la calle y la armó. Y fruto de esa algarabía fue la llegada de Podemos, que empezó a decir: claro que podemos no pagar lo que debemos, claro que podemos tener vivienda gratis, claro que podemos no pagar el agua, la luz y el gas, claro que podemos tener un puesto de trabajo fijo, a poder ser de funcionario, y bien pagado; claro que podemos trabajar un máximo de 35 horas semanales, claro que podemos prescindir de los partidos políticos corruptos y de su casta de poder, claro que los emigrantes pueden entrar en España cuando quieran y como quieran, claro que podemos que se separen de España todos los que quieran ejercer su derecho a decidir, claro que?

Y entonces, esos que querían seguir viviendo como se les dijo que podían y tenían derecho, y que constataron la corrupción, la degradación de las instituciones y cómo se agrandaban las desigualdades, creyeron en la nueva tierra prometida y votaron a Podemos. ¿Quién les hace ahora caer del guindo? Pues los que pueden y deben, que lo hagan pronto.