El transporte metropolitano: ni tren, ni tranvía

Andrés Precedo Ledo CRÓNICAS DEL TERRITORIO

OPINIÓN

03 jul 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

En una reciente encuesta sobre el grado de satisfacción de los gallegos, una de las variables que aparecía más deficitaria y que generaba mayor insatisfacción era el transporte público metropolitano. La razón es evidente. Nuestras principales ciudades, como todas las españolas, están creciendo fuera de los límites municipales iniciales. Tal es así que en algunos casos el peso demográfico de los demás municipios metropolitanos tiende a igualar o superar incluso el de la ciudad central. Algo así empieza a ocurrir ya en A Coruña y en Ferrol. En el caso coruñés, dentro de diez años tendrá más habitantes la periferia metropolitana que la urbe coruñesa.

Este efecto desbordamiento ha generado dos problemas importantes y, en general, no bien resueltos, y que deberían ir de la mano si las ciudades se planificaran con sensatez. Me refiero a la movilidad metropolitana y a las pautas del crecimiento urbano. La lógica dice que lo primero en la planificación es diseñar el sistema de transporte y, con base en él, programar el crecimiento.

Aquí las cosas se siguen haciendo al revés, y ahora nos encontramos con un urbanismo insostenible por el exceso de la urbanización dispersa y un transporte público deficitario e insuficiente. Seguimos pensando en las autovías urbanas y en el automóvil como los elementos básicos del sistema de movilidad, apenas modificado con algunos retoques cosméticos en carriles bici o peatonalizaciones parciales.

Cierto que la Xunta ha puesto en marcha un importante plan de transporte metropolitano por autobús, pero por los datos de las entradas en las ciudades la sobrecarga del automóvil sigue siendo insostenible.

¿Qué habría que hacer? Hay un consenso técnico general en que la solución para la movilidad metropolitana está en el ferrocarril, sea en formato metropolitano o de cercanías, y que en las ciudades el tranvía es una interesante opción. Ambas son el paso previo a la peatonalización de las áreas centrales. Como ejemplo puede servir lo que se ha hecho en Bilbao. Pero no es solo la metrópoli vasca la que marca la pauta, porque si observamos el mapa metropolitano de España, vemos cómo todas las ciudades han implantado tranvías y trenes urbanos o metropolitanos menos las dos gallegas, es decir A Coruña y Vigo. Una notable e inexplicable ausencia.

Hubo un tiempo en el que en A Coruña se presentó un tranvía urbano, pero después solo quedó en un atractivo tranvía histórico, de gran valor icónico y turístico, pero ahora ya no funciona y, para colmo, se teme por el levantamiento de las vías. Lástima que esto ocurra en un área de 400.000 habitantes, donde existe una red inutilizada de vías férreas que llegan hasta el centro de la ciudad.

Solo Ferrol tiene una línea de tren supramunicipal, y se supone que en Vigo, cuando funcione el llamado AVE atlántico, la línea actual pase a ser metropolitana. Pero no es suficiente, menos cuando se siguen construyendo autovías por todas partes y no siempre en función de la demanda, sino de intereses clientelares o localistas.

Es hora de que la Xunta mueva ficha para superar el lamentable retraso de las ciudades gallegas y que todos los que intervienen en este tipo de decisiones se convenzan que el futuro está en el ferrocarril y en el tranvía. No podemos seguir en una mentalidad ni-ni, es decir, ni tren, ni tranvía, porque esto no haría más que prolongar el actual déficit medioambiental de las ciudades gallegas en comparación con las medias europeas, con lo que ello significa de emisiones de CO2, de falta de compromiso con el cambio climático y de carencia de soluciones de futuro para resolver unas ciudades saturadas, atascadas y disfuncionales.