Otra política es posible

Manuel Lago
Manuel Lago EN CONSTRUCCIÓN

OPINIÓN

25 jul 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

En las elecciones europeas, la izquierda a la izquierda del PSOE alcanzó en Galicia el 28 % de los votos, superando claramente a los socialistas, colocándose muy cerca del PP. Este resultado espectacular confirmó los análisis previos a la cita electoral: si esta izquierda se hubiera presentado en una única candidatura sería la primera fuerza, ganaría las elecciones, como lo hizo en Grecia.

La falta de ambición de las organizaciones y el sectarismo endémico lo impidió, pero la ciudadanía, con sus votos, creó un espacio electoral de ruptura con el bipartidismo, mostrando que otra política es posible.

Llevamos seis años ya sufriendo una crisis devastadora, que ha provocado un inmenso dolor a la sociedad, que contempla con enorme desasosiego cómo se desmorona lo que había costado tanto construir, cómo empeoran cada día sus condiciones de vida y trabajo, cómo se deterioran los servicios públicos y los sistemas de protección, cómo se ensombrece su futuro, en especial para los más jóvenes, que parecen condenados a no volver a tener un empleo estable y bien remunerado.

Contra esta devastación económica y social se han producido muchas movilizaciones, desde las huelgas generales al 15-M, pasando por las mareas sectoriales o las marchas de la dignidad. Pero lo nuevo, lo que acabó de cristalizar en la elecciones europeas, es que mucha gente entendió que con luchar no es suficiente, que también es necesario cambiar la forma de gobernar. Que lo que es mayoría social se puede convertir en mayoría política. Y de esa forma, ha pasado de ser un movimiento de lucha, de reivindicación, o de resistencia a presentarse como alternativa.

Saltar de la calle a los ámbitos donde se toman las decisiones, con una nueva correlación de fuerzas en el campo de la izquierda, que ahora ya no se conforma con ser la voz crítica, sino que quiere ocupar el lugar central, acceder al poder para cambiar las cosas.

Y ese es el escenario previo a las próximas elecciones municipales en Galicia, donde los votantes de la izquierda rupturista (AGE, Podemos, BNG, Compromiso, EQUO) abren la posibilidad de que, si existe un acuerdo entre todos ellos, se conforme una mayoría de Gobierno.

Es un acuerdo complejo, porque primero se tienen que poner de acuerdo las organizaciones y después abrir el proceso a la participación, en términos de igualdad, a los movimientos sociales. Difícil, porque ya no se trata de votar en contra, sino de gobernar. Esto es, el acuerdo no es para confeccionar una lista de reivindicaciones, sino un programa de Gobierno que debe contar con una base programática clara.

Pero también posible, no solo porque la aritmética electoral lo permite, sino por la pulsión de cambio que recorre a una parte notable de la sociedad que empuja para que esa alternativa distinta a lo tradicional se materialice.