Es hora de concretar propuestas

Daniel Ordás
Daniel Ordás EL DEBATE | CATALUÑA

OPINIÓN

06 oct 2014 . Actualizado a las 08:26 h.

La situación actual requiere un poco de tolerancia, mucho perdón, desconfianza sana y mucho sentido común. Entre el PP y el PSOE -así como los partidos menores de la transición- han creado una situación de crispación, desconfianza y desapego político que ha sentado las bases para una sensación de «nada puede ser peor que lo que tenemos». Esa sensación es un grave error y tienen tanta culpa los que la crearon, como los que no la impidieron.

Los últimos meses han estado marcados por un Gobierno nacional que se atrinchera en La Moncloa tras un plasma y una Constitución blindada, defendiendo la España del bipartidismo, el paro y la corrupción. Un Gobierno que solo distingue entre amigo incondicional o enemigo. Por otro lado, han surgido dos alternativas extremas, una a nivel nacional y otra solo en Cataluña. A nivel nacional la sensación de «de perdidos al río» ha creado el movimiento de Podemos. Podemos ha canalizado la sensación de indignación y anti resignación. Desde mi punto de vista, en muchos de sus planteamientos concretos, donde ya están más o menos articulados, peca de un exceso de euforia y me encantaría poder debatir muchos de los planteamientos que, según mi criterio, son demasiado románticos. No obstante, sin Podemos en España no habría cambiado nada. El PSOE seguiría en coma profundo esperando a que le den las llaves de La Moncloa «porque le toca» y el PP haría lo que le da la gana, con una mayoría que le hemos dado voluntariamente.

Por otro lado, ha surgido el separatismo catalán como fenómeno de masas. Un sentimiento que siempre ha existido en una muy minoritaria parte de la sociedad catalana se ha perfilado como alternativa a la España del bipartidismo, el paro y la corrupción. Aprovechando el descontento general, las fechas que encajan de maravilla y, sobre todo, la torpeza del Gobierno central y de su oposición soñolienta, se ha fraguado una situación en la que una vez más parece que solo hay el «todo o nada».

Por fin, gracias a Podemos y al catalanismo separatista empezamos a plantear el desarrollo y la modernización de una Constitución provisional excelente que en su día fue más que suficiente para salir del paso. Ahora Pedro Sánchez, en un intento de resucitar al PSOE y de demostrar que entre el blanco y el negro hay matices, empieza a diseñar las líneas maestras de lo que podría ser el primer paso hacia la segunda fase de la transición. Durante meses ha predicado la palabra federalismo sin darle ni el más mínimo contenido. Siguiendo la tradición política española, fue de mitin en mitin, de plató en plató y de portada en portada prometiendo que el federalismo lo curaría todo. En ningún momento se atrevió a decir que el federalismo significa que las competencias emanan de las comunidades autónomas y solo se transfieren al Estado central las que son imprescindibles. No explicó que los ingresos se generarán en los Estados federales y que estos pasarán al Estado central una parte prepactada y que, en caso de tener derecho a ello, recibirán una parte de bote según unos criterios que habrá que acordar de antemano. Ahora, por fin, Pedro Sánchez parece estar dispuesto a dar color a lo que hasta ahora eran brindis al sol. .

En lo que se equivoca Pedro Sánchez es en lo de que la Constitución se reforma para que Cataluña encaje en España. La Constitución hay que seguir desarrollándola para que España se pueda recuperar, con o sin Cataluña. La reforma no es un regalo a una de las 17 novias. La actualización profunda de una Constitución que dio grandes servicios y se quedó desfasada es una obligación y un acto de responsabilidad colectiva de todos, no solo de los políticos.

La segunda equivocación es creer que se puede hacer una reforma a base de parches. El modelo federal del Estado español no es la única grieta por la que hace agua el barco. A parte de la organización territorial, es imprescindible concretar ese otro eslogan que ponen y quitan del escaparate según como conviene: «la democracia participativa».

Los españoles, gracias a la crisis, nos hemos dado cuenta de que la política nos concierne a todos, día a día. Hace tres años la política salió del televisor y entro en el salón de millones de españoles, al mismo tiempo nos hemos dado cuenta de que no tenemos ni el más mínimo instrumento de participación.

En ese vacío han surgido propuestas aventuradas y vanguardistas que se enfrentan con valor al inmovilismo de La Moncloa. Ahora alguien tiene que echar el primer número al ruedo y decir cuántas firmas harán falta en una España democrática y moderna para proponer una votación popular sobre una ley o sobre una reforma constitucional.

Sin el valor que da la desesperación de quienes no soportan más la España del bipartidismo, el paro y la corrupción, no hubiéramos visto que hay salidas.

Daniel Ordás es abogado hispano-suizo y promotor de www.reforma13.es.