La honradez no se legisla

Ernesto Sánchez Pombo
Ernesto S. Pombo EL REINO DE LA LLUVIA

OPINIÓN

28 ene 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

No es una cuestión de velocidad ni de batir récords. Es de rigor, contundencia y decisión. Si se quiere acabar con la corrupción de una vez por todas, no se precisan más normativas, hay suficientes; lo que se necesita es valentía y determinación. Por muchas resoluciones; por muchos preceptos y por muchos reglamentos que se establezcan, si no hay voluntad, no se logra nada.

Por eso pretender sacar cinco leyes en 50 días se aproxima más a un intento de batir la marca de velocidad de Usain Bolt que a afrontar el problema en toda su dimensión. La transparencia y la honradez no se legislan. Se aplican en cada una de las actuaciones y eso es lo que el ciudadano no ha visto. Sigue sin verlo. La integridad brilla por su ausencia y, no nos engañemos, lo que se pretende con esta plusmarca es frenar la desafección, el desencanto y la posibilidad de un zapatazo electoral.

Porque nos hablan de acabar con la corrupción los que apoyaron a los corruptos hasta dos minutos antes de ser condenados, los que se niegan a reconocer sus miserias, los mismos que incluyen en sus listas a los imputados y condenados y fiar al Consello de Contas, que ha sido el órgano más ninguneado de la historia del mundo mundial, el control, es como para no tomárselo en serio. La corrupción al nivel al que se encuentra la crearon las clases dirigentes de este país. Las mismas que hoy tratan de ponerse de acuerdo para decirnos que les preocupa y que, ahora que se han hecho buenos, quieren cambiar. Y es que «todos piensan en cambiar el mundo, pero nadie piensa en cambiarse a sí mismo». Lo dijo Alexéi Tolstói hace más de cien años.