Flautistas y sirenas

Arturo Maneiro
Arturo Maneiro EL VENTANAL

OPINIÓN

20 feb 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Las fábulas y los mitos se han instalado en las nuevas propuestas políticas españolas. Gentes cultas, empresarios, estudiantes, y profesores se sienten atraídos por esa extraña música que producen los nuevos flautistas de Hamelín. Les suena bien, satisface sus deseos, calma sus frustraciones, se hace eco de sus protestas y van tras ese sonido con el convencimiento de que llegarán a resolver todos sus problemas. Se dejan llevar como los niños de Hamelín hacia no se sabe dónde. Pero el final es una cueva, la perdición o el río.

Se sienten atraídos por unos cantos de sirena irresistibles. Muchos son gentes bien pensantes, sinceramente convencidas de que todo lo que prometen esos cantos lo van a cumplir. Personas convencidas de que todo lo que suena en esas ofertas es la solución a los muchos problemas que los políticos convencionales no son capaces de resolver. Profesionales que han sufrido algún descalabro económico por incomprensión de la Administración sienten el irresistible sonido de la restauración de sus pérdidas o la compensación por sus duros quebraderos de cabeza. Es muy comprensible, pero el final de esos cantos de sirena suele acabar en los escollos de la costa.

Las fábulas y los mitos son reflejo de actitudes sociales que han sucedido en tiempos muy remotos y vuelven a repetirse en cada generación. También muchos libros históricos ponen de manifiesto que no hay nada nuevo bajo el sol: lo que ya sucedió volverá a suceder una vez y otra. Cuando las cosas van mal, cualquier político que ofrezca soluciones radicales puede convertirse en el caudillo deseado por el pueblo.

Pero todo lo dicho no puede utilizarse de justificación para que los responsables y gobernantes españoles no modifiquen nada de sus políticas, de sus actitudes o de sus promesas. Los flautistas y las sirenas pueden servir de toque de atención. Una llamada que sirva para revisar lo que se está haciendo mal y promover una nueva forma de estimular a la sociedad. Deben demostrar que los partidos políticos son capaces de reinventarse, de mostrar cercanía a la población que más sufre y darle soluciones. Es cierto que tal planteamiento no es nada fácil. Ya Goebbels estaba convencido de que siempre es mejor reforzar los prejuicios de la gente que cambiar su opinión. Pero no por eso deben dejar de intentarlo.