Dejemos las elecciones andaluzas a un lado y reflexionemos sobre lo que se avecina. Según los expertos, el caladero del centro en España es inmenso. Una encuesta reciente señalaba que seis de cada diez entrevistados se declaró de centroizquierda. En ese mismo estudio se decía que Podemos, con su apuesta transversal, se llevaba 790.000 votantes del PP, y nada menos que 1.800.000 votos del PSOE. El partido de Pablo Iglesias, según esos datos, arrasaría entre los menores de 25 años y solo falla entre los mayores de 65, donde el PP sigue mandando. Pero es que en este escenario de centristas de izquierda y de derecha se ha colado ahora otra fuerza política, Ciudadanos. Los ufólogos políticos dicen que el partido de Albert Rivera se lleva especialmente papeletas del centroderecha. Pero su ritmo de vértigo obliga a pensar que también pesca en el centroizquierda. Hay expertos que dicen que en España hay una bolsa de casi cuatro millones de votos de centro que fluctuaba entre el PP y el PSOE y que ahora le dirá adiós con rabia al bipartidismo. Estos desencantados de centro, sumados a los que directamente están indignados, son los que explican que España se encuentre a finales de año con el Congreso más distinto y plural de su historia. La clave: ocho de cada diez españoles creen que lo más sano que nos puede pasar es que PP y PSOE dejen de ser los dos únicos partidos mayoritarios. La otra clave: seis de cada diez votantes creen que la posible mejora de la economía, como su deterioro, no tiene nada que ver con las políticas de nuestro Congreso. Quienes nos mandan están fuera de nuestras fronteras. De ahí que los electores hayan decidido votar de forma más emocional que nunca. Lo que les apetece.