Tenemos caso para Rato

OPINIÓN

18 abr 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Lo peor del caso Rato es que viene para quedarse, y que dentro de diez años, cuando haya terminado la crisis y Pablo Iglesias ya pertenezca a la casta, este presente asqueroso, que para entonces debería ser pasado, va a seguir visitándonos, en forma de eructo ruidoso y maloliente, a través de los casos Rato, Pujol, Bárcenas, Gürtel, ERE y Pokémon. Cuando yo ya esté jubilado, y Garzón y Elpidio reintegrados a la carrera judicial, seguirán Mas y Junqueras con el derecho a decidir, los vascos con «el proceso», y Alaya contra Griñán y Chaves. Y también seguiremos resolviendo incidencias procesales, solicitando rogatorias a Andorra, buscando ese reloj que no sabemos si se ha comprado, e imponiendo penas frustrantes a los gestores de las cajas. Y, entreverado con todo eso, seguiremos tramitando el sumario por el asesinato de Ellacuría, buscando a García Lorca y, ¡esto es lo peor!, acumulando causas sobre Rato, pidiendo la dimisión de Montoro, y exigiendo a Rajoy que dé explicaciones. Y esta historia, disfrazada de futuro, me da infinita pereza.

Ahora que sabemos que Rato, en vez de ser muy bueno, es malo; que defraudaba a Hacienda y compraba perfumes con dinero de Bankia, ¿no podríamos meterle un castiguito y unas multitas y dejarlo arrumbado en la cuneta? Pues parece que no. Porque la Justicia en España solo tiene dos paradas -el cero y el infinito-, y, entre quedar impunes o hacer autos de fe, no hay opciones intermedias. Y esa es la razón por la que, cada vez que entran los juzgados en acción, en vez de limpiar la mierda acumulada, que sería lo fetén, la secan y la pegan a los muebles, le dan un barniz para que no la esparza el viento, y la dejan allí para siempre, para regodearnos en lo sucios que somos. Y, en vez de regenerarnos, vamos a convertir el país en un enorme lazareto.

Lo de Rato, Pujol, Bárcenas y los ERE son cosas horrendas, que hacen muy difícil el funcionamiento de la democracia. Y la Pokémon, las multas y lo del alcalde de Caldas son chuminadas que solo sirven para estorbar el camino de la regeneración. Así que deberíamos sancionar todo esto, conforme a derecho, sin esperar a que todo se pudra, y sin dar la sensación de que la Justicia consiste en liarla hasta el infinito y esperar el olvido. Por eso se me ponen los pelos de punta ante un panorama político embarrado en los juzgados, en el que todo lo que significa vivir, gobernar, reformar, ilusionar, educar, curar, construir y fabricar está fuera de las agendas políticas.

Algunos están muy contentos acumulando estiércol y aplicándole enormes ventiladores. Yo, en cambio, solicito limpieza en seco y salir de esta cuanto antes. Porque empiezo a temer que en vez de ser el país del sol y los toros, nos arrase una plaga de escarabajos peloteros. Por eso me indigno, con perdón, contra todos los indignados.