Por qué se acosó (le llamaban «escrache») a políticos del PP, el diputado ourensano Celso Delgado, por ejemplo, y por qué no se acosa del mismo modo, tan ominoso, a los socialistas andaluces, a sindicalistas de tarjeta black, o a la saga Pujol. Por qué siendo execrables todas las dictaduras, es «progresista» defender la dictadura cubana. Por qué si te nombra para un cargo un Gobierno de derechas eres un «vendido al poder» y si te nombra uno de izquierdas lo hace por tus méritos. Por qué en España, que hasta ahora solo ha ejecutado leyes de educación socialistas, se culpabiliza a los conservadores de los malos resultados educativos. Por qué la izquierda se cree con superioridad moral sobre la derecha cuando militantes de uno y otro lado han protagonizado episodios infames y abyectos. Por qué cuando privatiza la izquierda es para favorecer el bien común y cuando lo hace la derecha es para favorecer a los amigos. Por qué ser nacionalista o independentista es democrático y no serlo es propio, según ellos, de antidemócratas. Por qué puede considerarse la remota posibilidad de que nos gobierne un político, el señor Iglesias, que porta como referente político a Hugo Chávez (si tienen parientes emigrados en Venezuela, pregunten por el chavismo). Y, por último, alguien podría decirme si estas preguntas tan simples tienen respuestas. Me temo que sí. Aunque nadie las pronuncie.