Los desafectos de mayo

Uxio Labarta
Uxío Labarta CODEX FLORIAE

OPINIÓN

28 may 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Formas de ver el mundo: Siendo cierto que la mayoría absoluta de Abel Caballero en Vigo tiene que ver con su discurso localista en una ciudad agredida por los gobiernos de Feijoo y de la Diputación de Louzán, mucho de positivo en su política y en su actitud ha sido percibido para darle tal triunfo singular y transversal. Porque si el argumento de la discriminación por la Xunta fuera el consistente, cómo podríamos explicar que en aquellas ciudades a las que el Gobierno de Feijoo trató con exquisito mimo y generosas inversiones, como se dice de A Coruña, de Santiago, o de Ferrol, el Partido Popular haya perdido sus mayorías.

A mi entender hay una realidad que el presidente Feijoo ha sintetizado adecuadamente ante sus diputados: el PP se ha vuelto un partido antipático para la gente. Antipatía que no tiene que ver con la falta de orgullo por su ideología conservadora, y si no vean a Esperanza Aguirre -la lideresa- que, no viendo a su alcance un tamayazo, no duda en lanzar un órdago a los socialistas madrileños, denostados siempre, para conservar su poder. Al tiempo que se pone conservadora absurda señalando a Manuela Carmena y a Podemos como «un peligro para la democracia occidental».

La antipatía deriva de la sonrisa autosuficiente de la vicepresidenta Santamaría comentando el triunfo de Cameron en el Reino Unido. O de los altaneros discursos del ministro Montoro. El abuso del decreto-ley, los enredos en intromisiones en la Justicia, la incautación de TVE, o la reforma institucional impuesta por Cospedal en Castilla-La Mancha?

La antipatía deriva de las zozobras en la vida de las personas provocadas por el empobrecimiento diseñado y aquel vivir por encima de nuestras posibilidades, mientras se iban desgranando corrupciones y amaños para ocultarlas. La antipatía deriva de culpabilizar a los estudiantes y enseñantes de los males de nuestra educación y de nuestra universidad, a los médicos y a los pacientes del deterioro de la sanidad, a los dependientes, a los pensionistas y a los migrantes del déficit público, mientras se rescataban bancos o multinacionales energéticas y se destrozaba lo público. La antipatía deriva también de no haber querido ponerle coto, más allá del Tribunal Constitucional o la Fiscalía, al discurso independentista de Mas y Junqueras y su instrumental ANC. Sobre todo por permitir que fuera a más la distancia entre catalanes y el resto de España sin explicar la otra realidad catalana, la mayoritaria no secesionista, tal como evidencia por ejemplo el trabajo Secesionismo y participación electoral. La antipatía deriva del abuso de la «herencia recibida». O, como señala El Roto, de no ofrecer alternativas a los jóvenes. Porque ellos se las han buscado solos. En las mareas, en las plataformas municipales de Carmena o Colau, en Podemos o en Ciudadanos.

Lo que viene es complejo, pero no más de lo que han sido otros tiempos donde languideció lo viejo y nos asombró lo nuevo. Mejor seguir a Enzensberger que a Lampedusa.