La nueva prima de riesgo

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

28 may 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

H asta donde sabemos, el Instituto Nacional de Estadística no es un centro de conspiración ocupado por militantes de Podemos. Es un órgano oficial que depende del Ministerio de Economía y que hace fotografías de España a través de números y reflejos de la realidad. Su último trabajo es la Encuesta sobre Condiciones de Vida, cuya difusión ha sido muy oportuna, porque es el estudio que mejor explica una parte del resultado de las elecciones del domingo. No contiene profundas reflexiones sociológicas ni filosóficas sobre los movimientos del electorado ni se entretiene en averiguar los trasvases de votos. Dice simplemente cuántos españoles están en la pobreza y al borde de la exclusión social. Y creo que esa es una clave para entender por qué tantos ciudadanos le retiraron la confianza a quien predica todos los días que nos ha salvado de la crisis y que ya nadie piensa en la prima de riesgo. Tampoco en el paro, dijo el presidente Rajoy, pero creo que ha sido un calentón de mitin.

No hace falta que recuerde qué se ve en la fotografía de esa encuesta, porque este diario lo publicó ayer. Basta señalar que casi la mitad de las familias no pueden irse de vacaciones ni siquiera una semana, que se han rebajado los ingresos y la renta familiar y que trece millones de ciudadanos sufren algún tipo de pobreza. Son datos del año 2013, pero no hay indicios de que esa situación haya mejorado en los últimos 17 meses. Por lo menos, la oenegé Save the Children no ha percibido ningún cambio a mejor en los niños que atiende. Las personas que han necesitado el auxilio de Cáritas siguieron aumentando. Y tampoco hay descenso en la afluencia a los bancos de alimentos.

Claro: se ven estos datos oficiales y se cae a plomo el discurso de la recuperación feliz. Por esa razón el argumento económico es insuficiente y quizá contraproducente. ¿De qué recuperación se habla a quien tiene que retrasar el pago de los recibos de su casa? ¿De qué salida de la crisis hablamos a quien tiene que alimentar a sus hijos con salarios de seiscientos euros? Hablar de bienestar a esa gente es provocarla, es incitarla a compararse con quien ha mejorado en la crisis. Y, desde el punto de vista electoral, ¿cómo sorprenderse de que se enganchen a los movimientos populistas? ¿Cómo esperar que voten al partido gobernante, si en sus mensajes apenas hay un testimonio de aliento? Si el poder ve todo muy bien, el ciudadano de la exclusión social concluye que este no es su poder.

Es gran verdad que ya no hablamos de la prima de riesgo. Es gran verdad que superar ese desafío es un éxito del Gobierno. Pero la prima de riesgo ha cambiado de sitio y de agentes. La pobreza y la injusticia son las primas de riesgo de hoy.