Ha empezado la tragedia griega

Venancio Salcines
Venancio Salcines LÍNEA ABIERTA

OPINIÓN

29 jun 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Tsipras cargó el tambor con una bala y decidió jugar a la ruleta rusa. En cada negociación, en cada ronda, tocaría agarrar el revólver y sentir vértigo. El de Europa sería el pánico a una nueva crisis del euro. ¿Y el suyo? ¿Cuál sería el suyo? ¿A una recesión brutal? No. A la catarsis. El terminar para empezar. Construir una nueva Grecia, retornar al dracma y sentar las bases de esa Ítaca con la que tanto sueñan los nostálgicos del socialismo utópico. Y así, reivindicando la patria, y el orgullo nacional, anunció Tsipras que Grecia decidirá su futuro en un referendo. Y no lo hizo solo, salió apoyado por Amanecer Dorado, el partido fascista griego. Y es que cuando las decisiones políticas las empiezas a envolver de banderas y pureza de sangre, ya se sabe lo que pasa, la razón se aleja para dejar que las ideas conozcan el yugo del dogma dominante.

Pero donde Syriza vio una ruleta rusa, la Unión Europea observó una cansina jugada de póker. Y es que no hay bala griega que pueda destrozar el cráneo de la eurozona, sencillamente porque tiene un blindaje llamado Banco Central Europeo. Y este casco, extrañamente, es en estos momentos totalmente sólido. Sin fisuras. Ningún Gobierno europeo, ninguno, da cobertura al discurso griego, ni siquiera la Italia de Mateo Renzi. Es más, la salida de Grecia de la Unión Europea y la crisis a la que está abocada será utilizada por algunos para mostrar a los nacionalismos europeos el frío que se siente al distanciarse de Europa.

La bala debería impactar el martes, pero los efectos han empezado ya. Ayer, Atenas decretó un corralito de duración indeterminada. Así empezó en su día Argentina y hoy, transcurridos más de doce años, sigue aislada de los mercados y permanentemente al borde del colapso económico. De poco ha servido que el Banco Central Europeo manifestase que mantendría su línea de liquidez de emergencia para evitar la quiebra de la banca y del Estado helenos. La inyección o se convierte en un chorro sin fondo o es incapaz de parar la estampida financiera de la sociedad griega. Ayer, los propios diputados que habían impulsado esta situación eran vistos haciendo cola para retirar un par de cientos de euros de los cajeros. Ya se sabe quiénes son los primeros en abandonar el barco. Pero si alguien tiene aún más miedo hoy en Grecia es el Estado, que tiene muy claro que si los bancos se quedan secos, no tendrá con qué pagar nóminas ni pensiones. De ahí que hayan bloqueado, entre otros, los depósitos a plazo. Ha empezado la tragedia griega.

Venancio Salcines es Presidente de la Escuela de Finanzas