Periodismo de opinión

Carlos G. Reigosa
Carlos G. Reigosa QUERIDO MUNDO

OPINIÓN

30 jun 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

A los periodistas de opinión nos preguntan con frecuencia sobre cuestiones peliagudas del futuro político, como si dispusiésemos de respuestas acreditadas para todo. ¿Es Podemos un peligro para la recuperación económica? ¿Es el PP un partido insensible ante todo, excepto la prima de riesgo? ¿Ha perdido la brújula el PSOE? ¿Tiene Ciudadanos alguna varita mágica capaz de generarle seguidores sin parar?

Las preguntas casi nunca son inocuas ni carecen de motivo o razón. Pero constituye un exceso atribuirle a un humilde analista el conocimiento de unas respuestas que solo el tiempo puede dar. Es evidente que no coinciden las políticas de Mariano Rajoy, Pedro Sánchez, Pablo Iglesias o Albert Rivera. Ni siquiera está escrito que sus futuros sean tan boyantes o desdichados como algunos les pronostican. Llegará el momento de las inflexiones, de las sorpresas y de los desequilibrios, cierto, y unos se verán favorecidos y otros no. Ni siquiera las mareas, tan de moda, tienen garantizado un éxito duradero. Por eso los opinantes deberíamos ser muy prudentes en nuestras afirmaciones, porque el infierno está empedrado de buenas intenciones y de malos análisis con peores resultados. Llegó la hora de las expectativas razonables para algunas fuerzas políticas, sin duda, pero yo creo que no tardarán en producirse reajustes, con subidas y bajadas significativas. No podrá irles a todos bien todo el tiempo. Seguro.

Decía el gran político Konrad Adenauer que «no hace falta defender siempre la misma opinión porque nadie puede impedir que nos volvamos más sabios». El escritor Jorge Luis Borges, autor de afirmaciones controvertidas que quizá le costaron el premio Nobel, aún fue más lejos: «Quizá haya enemigos de mis opiniones, pero yo mismo, si espero un rato, puedo ser también enemigo de ellas». En esta línea de incertidumbres reconocidas deberían moverse nuestros vaticinios sobre el futuro. No somos adivinos, ni es imprescindible que hoy adelantemos todo lo que ignoramos sobre el porvenir. Basta con advertir que la Tierra se mueve y que nuestro futuro se está escribiendo con renglones torcidos y ambiciones cruzadas. Porque sobre esto sí que deberemos opinar.