Tres partidas para el sobresalto

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

30 jun 2015 . Actualizado a las 18:39 h.

Dice el señor Rajoy que los españoles podemos estar tranquilos ante la crisis griega. Pues yo me doy de plazo una semana, hasta pasado el referendo, y después hablaremos. De momento, por mucha tranquilidad que me recomiende el Gobierno, me he puesto a temblar como si fuese un inversor en Bolsa. Si esos inversores, que tienen una sensibilidad especial para captar los movimientos sísmicos, dieron ayer una sensación de pánico, sus motivos tendrán. No es solo que vean una desmembración de la zona euro; es que ven una crisis de la Unión Europea sin precedentes; es que descubren la incapacidad de todos los Gobiernos para convencer y retener a Grecia; es que resultan impotentes para salvar esa crisis; es que empiezan a desconfiar de Europa como proyecto.

Todo esto se puede arreglar con el referendo o se puede estropear para siempre. No queda más remedio que esperar. De momento interesa saber que la batalla que se está librando es una batalla endiablada, con tres frentes muy complicados. El primer frente, económico: la necesidad de los acreedores de garantizar el cobro de su deuda. Por menos intereses hubo guerras entre países. En la acera contraria, la necesidad de Tsipras de cumplir su programa, con un problema difícil de entender fuera de Grecia: lo tiene que cumplir con el dinero de otros y eso requiere determinadas condiciones. Envolviendo ambas necesidades, las demandas de la troika: unas reformas que hagan creíble y avalen la voluntad griega de devolver el dinero prestado y el que se va a prestar en el futuro en nuevas acciones de rescate.

El segundo frente, el político. Ni Syriza es un partido cualquiera, ni Tsipras es un líder convencional. Ambos representan el último extremismo que ha llegado al poder en Europa. Hay demasiados intereses políticos y financieros empeñados en que fracasen. Y ese partido y su líder representan demasiado para otras fuerzas políticas, como Podemos en España, y saben que aceptar las condiciones europeas sería rendirse y servir el fracaso de su propio experimento. El desafío ideológico que está planteado es casi tan feroz como el vulgarmente económico.

Y rodeándolo todo, la posición geográfica de Grecia. En la zona de la guerra de Ucrania. En una región que Estados Unidos quiere rearmar. En un punto que abre puertas al Mediterráneo. En un enclave decisivo para la OTAN. Y con un Tsipras al que le gusta dejarse ver con Putin cada vez que se complica su relación con Europa. Por eso Obama llama por teléfono a pedir que se resuelva el conflicto como sea. Conclusión: en el tablero griego hay muchas partidas en juego y con un jugador de mucho riesgo. Y Tsipras sabe cuál es su poder. Por eso es difícil estar tranquilo, señor Rajoy.