La legislatura de Penélope

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

02 jul 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Ya sabemos que todos los Gobiernos son malos por su propia naturaleza. En consecuencia, sus obras responden a la misma maldad intrínseca: exprimen al contribuyente, son tacaños con los pensionistas, maltratan los derechos humanos, menosprecian a las minorías, restringen las libertades y no sé cuántas cosas más. Con críticas de ese tipo cuentan los gobernantes y las tienen descontadas en su agenda diaria. Con lo que no contaba el Gobierno de Rajoy y su grupo parlamentario es con el chaparrón que cayó sobre el nuevo Código Penal y la Ley Orgánica de Seguridad Ciudadana desde su presentación en el Congreso hasta su entrada en vigor el día de ayer.

La diferencia entre lo que dice el Gobierno y lo que objeta la oposición es abismal. Parece que no hablan de lo mismo, como de costumbre. Escuché al ministro del Interior y calificó su ley de seguridad como garantista. Escuché a Albert Rivera en la tele y afirma que la misma ley pisotea los derechos ciudadanos. Oí al ministro de Justicia defender con números la prisión permanente: el 75 % de la ciudadanía la respalda. Escuché a la oposición (en confuso tropel, que diría Alfonso Guerra) y hace una piña para recurrirla ante el Constitucional. El resultado de estas contradicciones, tan habituales pero ahora exageradas, es que las dos normas fueron impuestas por el acreditado rodillo del PP, pero tendrán vigencia limitada porque todos se comprometen a derogarlas.

Traducción a la práctica. Si Rajoy no gana las próximas elecciones, la legislatura que viene será la legislatura de Penélope: cuatro años para deshacer lo que el PP hizo los cuatro años anteriores. Toda la oposición está conjurada para desmontar el tinglado legislativo de Rajoy: la reforma laboral, la ley de educación de Wert, las reglas del divorcio si al final se cambian, la última reforma fiscal de Montoro, las normas recentralizadoras que denuncian los nacionalistas catalanes, la ley de seguridad y el Código Penal. No habrá tiempo para hacer otra cosa, y esto no es una caricatura. Son compromisos adquiridos, singularmente por el PSOE, el prometido Gran Derogador.

Y así, no descarten ustedes que volvamos a batir el récord de reformas educativas o de códigos penales. Y todo ¿por qué? Porque seguimos (siguen) legislando sin acuerdo y la palabra consenso les produce urticaria; porque, en vez de redactar leyes válidas para todos, las lanzan como pedradas entre las dos Españas; porque no hay generosidad a la hora de aceptar propuestas o enmiendas de otros partidos, y porque solo se trata de satisfacer al militante y al votante propio. Con estas condiciones en el ambiente, propongo que todas las nuevas leyes lleven un calificativo en su enunciado: provisional.