Pactar: con quién, qué, cuándo

OPINIÓN

03 ago 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Las próximas elecciones generales son quizá las más importantes desde las de 1977. No serán formalmente plebiscitarias, como tampoco las autonómicas en Cataluña convocadas para antes de ellas. Pero lo formal no es siempre lo definitorio. Las primeras Cortes Generales de la democracia no eran constituyentes desde un punto de vista formal, pero lo fueron en la realidad. La relevancia procede del cambio que se ha producido en el escenario político, reflejo del estado de ánimo de la sociedad, aunque  no se coincida en su profundidad. Que se promueva la independencia o que se plantee la revisión del pacto constituyente, en cuyo marco se ha desarrollado la vida de los españoles, son muestras evidentes. Las últimas elecciones han catapultado la idea del pacto. No es improbable que ninguna fuerza política obtenga la mayoría absoluta que los ciudadanos otorgaron al PP. Cómo pueden ser los pactos indispensables para gobernar. Las combinaciones que puedan realizarse no están predeterminadas.

La mera proyección a las elecciones generales de los pactos realizados en las últimas produce incertidumbre. Que las mareas o análogas, por más que se unan, puedan presentar un candidato a presidente, no pasa de una mera formalidad. Para Podemos sería un desperdicio y por ello su insistencia en  conseguir resguardarlas bajo su marca. Si se atiende a lo ocurrido ha quedado claro, en la medida que las maniobras electorales de los partidos lo permiten, que el PP no tiene un socio asegurado si alcanza una mayoría relativa. Ciudadanos ha apoyado al PSOE o al PP cuando necesitaban de sus votos para poder gobernar. Sería coherente que mantuviese esa postura. Por si acaso, el PP habría de tenerlo en cuenta en la campaña electoral para evitar una orientación volcada en el no a quien tenga que acudir al final. Lo que resultó meridianamente claro para las demás formaciones es que en manera alguna gobernase el PP. Se comprende con facilidad en Podemos; existe una incompatibilidad en cuanto a concepciones ideológicas del Estado y de la sociedad. Resulta arduo de comprender en el PSOE más allá de un pragmatismo por necesidades internas. Depender de Podemos para conseguir el Gobierno de la nación supone una mixtura de sistema y antisistema difícil de digerir. 

La campaña electoral no es momento favorable para pactar, pero los meses hasta las elecciones podrían ser una oportunidad única, quizá irrepetible, para un acuerdo PP y PSOE, con el objeto de resolver algunas cuestiones que sería problemático abordar en un futuro. Por ejemplo, suprimir la disposición transitoria cuarta de la Constitución respecto a una incorporación de Navarra al País Vasco. Está agotada; pero no es hoy impensable entenderla en sentido contrario. Podría acordarse la supresión sin más o englobándola en la de todas las disposiciones transitorias, convirtiendo la segunda, relativa a País Vasco, Cataluña y Galicia, en adicional por la que se les reconociera su identidad singular.